MADRID, 14 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los españoles sitúan el inicio de la vejez en los 74 años, una edad que varía en función de la perspectiva de vida, ya que para los menores de 25 años, este periodo comienza a los 69 años mientras que para las personas de 65-74 años, la sitúan a los 78 años, según el estudio 'Preocupaciones ante una próxima vejez', realizado por la Fundación Mutua de Propietarios.
"La llegada de la vejez es la última etapa de la vida en la que cada vez somos más longevos. Por tanto, tenemos el reto de prepararnos y adaptar nuestro entorno para afrontar esta etapa y sus nuevas necesidades con la mayor calidad de vida posible", ha explicado la vicepresidente ejecutiva de la Fundación Mutua de Propietarios, Laura López Demarbre.
El informe ha analizado las preocupaciones y percepciones sobre vejez desde dos visiones complementarias: por un lado, la de quienes conviven con familiares de más de 75 años y, por el otro, la de quienes proyectan su futura vejez.
El 36 por ciento de los encuestados ha reconocido que no piensa en el momento de pasar la barrera de los 75 años y este porcentaje se eleva hasta el 46 por ciento en el caso de personas sin parientes mayores. En el lado opuesto, un doce por ciento admite que piensa en ese momento "frecuentemente" y un 52 por ciento asegura que "alguna vez".
Asimismo, el documento destaca que uno de cada tres españoles está muy o bastante preocupado por su vejez, aunque la mayoría (43%) se muestra poco o nada preocupada y un once por ciento ni siquiera piensa en ello. Los más jóvenes (18 a 24 años) y los más mayores (65 a 74 años) son los que muestran un grado de preocupación menor. En este aspecto, tener en la familia a mayores 75 años provoca mayor preocupación por las consecuencias de alcanzar la vejez y es que, "conocer la realidad de nuestros mayores de cerca es un elemento sensibilizador hacia las situaciones que ellos viven", ha señalado López Demarbre.
La mayoría de los españoles considera indiscutible la importancia de cuidarse para llegar a la vejez con una mayor calidad de vida, también reconocen que el deterioro acaba siendo inevitable. En este marco, el informe de la Fundación Mutua de Propietarios desvela que las situaciones que más preocupan son tener problemas de movilidad (68%), padecer una enfermedad crónica (67%) y no disponer de dinero para vivir (59%).
En relación a quienes se muestran preocupados por su movilidad en un futuro, el 53 por ciento menciona la necesidad de contar con una casa accesible, ya que, de acuerdo con el informe de la Fundación Mutua de Propietarios, un 51 por ciento de las viviendas está poco o nada adaptada. Puertas automáticas (53%), suelos antideslizantes (43%) y rampas (38%) son los elementos no disponibles que podrían ser más necesarios para mejorar la movilidad. Por el contrario, el ascensor (58%) o el plato de ducha (57%) son elementos que la mayoría, o bien ya lo tienen disponible, o bien consideran que no es necesario.
En este apartado de la accesibilidad en la vivienda, el estudio percibe una clara concienciación a la hora de adaptar la vivienda conforme más edad tienes para anticiparse a las no tan futuras necesidades. Como ejemplo, entre las personas de 64 a 75 años un 65 por ciento tienen disponible el plato de ducha; mientras que este indicador baja al 41 por ciento entre el grupo de 18 a 24 años. Lo mismo ocurre con el ascensor: el 49 por ciento del grupo entre 65 y 74 años asegura tenerlo disponible, frente al 40 por ciento del grupo entre 25 y 34 años.
LLEGAR A FIN DE MES, LA GRAN DIFICULTAD
El estudio 'Preocupaciones ante una próxima vejez', ha alertado que casi un 40 por ciento de los mayores de 75 años tienen alguna dificultad para llegar a fin de mes con los ingresos del hogar, aunque sea ocasionalmente. Un 43 por ciento tiene dificultades para afrontar gastos imprevistos y un 42 por ciento no puede irse de vacaciones una semana.
Por otro lado, el estudio de la Fundación Mutua de Propietarios apunta a que el hecho de vivir con los hijos no supone una mejor economía para los mayores, un comportamiento que podría atribuirse a que el motivo para volver a vivir con sus padres son las dificultades económicas para tener su propio hogar y, por este motivo, "la economía de estos hijos no suma, sino que es la economía de las personas mayores que se reparte entre todos miembros del hogar", explica López Demarbre.