MADRID 25 Ago. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Montreal, en Canadá, aseguran que hacer ejercicio para mejorar la salud cardiovascular también puede ser efectivo para combatir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, según los resultados de un estudio publicado en la revista 'Neurobiology of Aging'.
Las arterias se van poniendo rígidas a medida que el hombre envejece y, según explica Claudine Gauthier, autora del estudio, parece que este endurecimiento comienza en la aorta antes de llegar al cerebro, por lo que podría estar relacionado con los cambios cognitivos que se producen en esa etapa.
Sin embargo, en el estudio vieron que los mayores cuyas aortas estaban en mejores condiciones obtuvieron mejores resultados en las pruebas cognitivas a las que se sometieron, de ahí que "la preservación de la elasticidad de los vasos sanguíneos puede ser uno de los mecanismos que permiten retrasar el envejecimiento cognitivo".
Los investigadores trabajaron con 31 jóvenes de entre 18 y 30 años y otros 54 participantes de entre 55 y 75 años, con el objetivo de comparar el deterioro de los más mayores con un grupo en el que todavía no había comenzado ningún proceso de envejecimiento.
Ninguno de los participantes tenía problemas de salud físicos o mentales que pudieran influir en el resultado del estudio, y su condición física fue analizada mediante una serie de ejercicios y midiendo su consumo máximo de oxígeno cada 30 segundos.
Por su parte, sus habilidades cognitivas se evaluaron mediante el test de Stroop, que utiliza nombres de colores escritos con letras de un color diferente (por ejemplo, la palabra rojo escrita en tinta azul) y que evalúa el tiempo de respuesta en reconocer el color que se ofrece.
Los participantes se sometieron además a tres pruebas por resonancia magnética para medir el flujo de sangre al cerebro, la actividad cerebral mientras realizaban el test y el estado físico de su aorta, y vieron que una peor salud cardiovascular se podía asociar con unas pulsaciones más rápidas y unos vasos sanguíneos del cerebro más dañados.
"El estudio nos ha permitido observar efectos sutiles incluso en población sana, por lo que la relación entre ambos factores debería analizarse específicamente en personas menos saludables", ha explicado Gauthier.