MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
El 86 por ciento de los españoles no se siente preparado para la vejez, que en España se estima de manera general en los 73 años, según ha revelado el estudio '360º Well-Being Survey', elaborado por Cigna y hecho público con motivo de la celebración, este lunes, del Día Internacional de las Personas Mayores.
La percepción de la edad de la vejez varía según distintos rangos de edad. Los que se sitúan entre los 18 y los 34 años la estiman en 71 años; los de 35 a 49 en los 74 y los mayores de 50 años en 74. A nivel Europeo, Reino Unido fija la edad de la vejez en los 69 años; Alemania a los 67 y Francia a los 71.
El estudio también refleja que la soledad y el aislamiento social son de los principales temores de los españoles. En concreto, uno de cada cinco cree que será víctima del aislamiento social durante esta etapa de su vida, dato similar al resto de los países europeos.
Además, el estudio también muestra que el 23 por ciento tiene miedo a no contar con nadie que les atienda cuando sea necesario en esta etapa, una percepción muy inferior a la de los ingleses, que así lo creen un 42 por ciento, y los franceses, un 33 por ciento.
Por último, el 74 por ciento de los españoles valoraría residir en una institución para la tercera edad. En Francia, sólo un 54 por ciento se sentiría preparado para vivir en una residencia de este tipo; un 56 por ciento lo haría en Alemania y un 61 por ciento en Reino Unido.
La soledad se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo de la tercera edad. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología alerta de que casi dos millones de ancianos viven solos en sus viviendas y, según el último boletín publicado sobre vulnerabilidad social, realizado por Cruz Roja, al menos una de cuada cuatro personas mayores no recibe nunca visitas de familiares cercanos.
Esta situación de aislamiento no repercute sólo en la forma de vida de este grupo poblacional, sino que también influye de forma significativa en su bienestar psicológico. Según los expertos, la soledad puede desembocar en sentimientos de hostilidad, resentimiento, tristeza y ansiedad que, a su vez, reactiva mecanismos neurobiológicos que pueden dañar la cognición, la emoción, el comportamiento y la salud de estas personas, lo que llega a incrementar la probabilidad de dependencia e, incluso, mortalidad.