MADRID, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Fundación Española del Corazón (FEC) ha recordado que controlar la hipertensión arterial en las etapas medias de la vida podría retrasar el desarrollo del Alzheimer y demencia vascular en la edad anciana. De hecho, distintos estudios han demostrado que existe una relación directa entre la presión arterial elevada y el deterioro de la función cognitiva.
Y es que, tras analizar los datos recopilados en distintos estudios no diseñados específicamente para establecer la relación entre la hipertensión y la esfera cognitiva, se ha observado que aquellos pacientes hipertensos que reciben tratamiento eficaz tienen una menor probabilidad de desarrollar demencia, en comparación con los no tratados.
"Controlar la presión arterial en pacientes de mediana edad con medicamentos relativamente baratos y que este hecho pueda lograr evitar o retardar la demencia en la edad anciana supondría múltiples beneficios. Además, cabe destacar que el impacto que esto puede tener desde el punto de vista sociosanitario y económico es espectacular", ha comentado el presidente del Council on Hypertension de la Sociedad Europea de Cardiología, Antonio Coca.
Así, y durante los últimos cinco años, distintas investigaciones han intentado resolver cuál es la base anatomopatológica que permite explicar la relación entre la presión arterial y la esfera cognitiva. Gracias a la evolución en las técnicas de imagen, particularmente de la resonancia magnética cerebral, se ha observado que la hipertensión provoca lesiones isquémicas en las arteriolas de menor calibre que penetran en el interior del cerebro.
"Estas microlesiones cerebrales conocidas como 'lesiones de la sustancia blanca' y 'microhemorragias' no causan ningún tipo de síntoma y, por tanto, eran indetectables hace tan solo unos años, cuando la tecnología existente no permitía observarlas. Además, se ha observado que tienen una relación directa con los procesos cognitivos, entendiendo que cuantas más lesiones presenta el paciente peores resultados obtiene en las diferentes pruebas en torno al funcionamiento del cerebro", ha analizado Coca.
MEDIR LA PRESIÓN ARTERIAL PUEDE AYUDAR A DETECTAR EL DETERIORO COGNITIVO
En concreto, el estudio 'Ohasama' ha mostrado que la presión sistólica y su variabilidad obtenida por automedida domiciliaria se asocia a un mayor riesgo de deterioro cognitivo. De hecho, tras analizar más de 500 personas, la investigación concluía que la medición de la presión arterial en casa puede aportar información clínica de utilidad para la detección del deterioro cognitivo.
Otro trabajo, publicado en 'Circulation' en 2014, analizó los efectos de la presencia prolongada de factores de riesgo cardiovascular a lo largo de 25 años en 3.381 adultos, y determinó que la exposición continuada a niveles altos de presión arterial durante la edad adulta temprana está asociada a una peor función cognitiva durante la mediana edad.
"Se abre un campo de investigación realmente fascinante para varias especialidades médicas relacionadas con el riesgo cardiovascular, y no sólo para los neurólogos. El problema de la demencia es que las neuronas destruidas son irreemplazables, por eso no se puede curar. Así, en lo único que podemos avanzar es en evitar que las neuronas mueran o en hacer que se destruyan a una velocidad mucho más lenta. Esta última opción podría ser favorecida por el tratamiento de la hipertensión: logrando reducir la progresión de la enfermedad", ha enfatizado el experto.
Finalmente, la FEC ha recordado que el mejor tratamiento para la hipertensión es la prevención, evitando así que aparezca la enfermedad. Para ello, ha destacado la importancia de mantener unos hábitos de vida cardiosaludables como, por ejemplo, no fumar, moderar el consumo de alcohol, controlar el peso, realizar ejercicio físico de manera regular y controlar el consumo de sal.
Además, en el caso de los pacientes hipertensos que requieren tratamiento farmacológico, la organización ha subrayado la necesidad de que cumplan "estrictamente" con el mismo ya que los resultados no siempre reflejan una reducción inmediata de la presión arterial.