MADRID 19 Sep. (EUROPA PRESS) -
La contaminación del aire es ahora un factor de riesgo establecido para la enfermedad cardiaca/accidente cerebrovascular y la enfermedad respiratoria, pero su papel potencial en trastornos neurodegenerativos, como la demencia, no está claro. Para tratar de explorar esto más a fondo, científicos utilizaron estimaciones cuidadosamente calculadas de los niveles de contaminación atmosférica y acústica en el Gran Londres para evaluar posibles vínculos con nuevos diagnósticos de demencia.
Para ello, utilizaron registros de salud anónimos de pacientes del 'Clinical Practice Research Datalink' (CPRD, por sus siglas en inglés), que ha recopilado datos de las prácticas de medicina general en todo Reino Unido desde 1987. Para los fines de este estudio, los investigadores se centraron en algo menos de 131.000 pacientes de 50 a 79 años en 2004, que no habían sido diagnosticados con demencia, y que estaban registrados en 75 consultas generales ubicadas dentro de la autopista orbital M25 de Londres.
Con base en los códigos postales residenciales de estos pacientes, los autores del trabajo calcularon su exposición anual a los contaminantes del aire, específicamente dióxido de nitrógeno (NO2), partículas finas (PM2.5) y ozono (O3), así como la proximidad al tráfico pesado y el ruido de la carretera, utilizando métodos de modelado validados y comprobados con mediciones registradas. La salud de estos pacientes se rastreó durante un promedio de siete7 años, hasta un diagnóstico de demencia, muerte o finalización de la práctica médica, lo que ocurriera primero.
Durante el periodo de seguimiento, 2.181 pacientes (1,7 por ciento) fueron diagnosticados con demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. Estos diagnósticos se relacionaron con niveles ambientales de NO2 y PM2.5, estimados en los hogares de los pacientes al inicio del periodo de monitorización en 2004.
RELACIONES CONSISTENTES EN PACIENTES DIAGNOSTICADOS CON ALZHEIMER
Aquellos que viven en áreas en el quintil de la parte superior de los niveles de NO2 corrieron un 40 por ciento más de riesgo de ser diagnosticados con demencia que quienes viven en el quintil de la parte inferior. Se observó un incremento similar en el riesgo para niveles más altos de PM2.5.
Estas asociaciones fueron consistentes e inexplicables por factores influyentes conocidos, como el tabaquismo y la diabetes, aunque cuando se restringieron a tipos específicos de demencia, permanecieron solo para pacientes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer.
Este es un estudio observacional, y como tal, no puede establecer la causa, y los hallazgos pueden ser aplicables solo a Londres. Los investigadores tampoco pudieron recoger exposiciones a largo plazo, que pueden ser relevantes, ya que la enfermedad de Alzheimer puede tardar muchos años en desarrollarse.
Muchos factores pueden estar involucrados en el desarrollo de la demencia, cuya causa exacta aún se desconoce, señalan los científicos, y si bien hay varias vías plausibles para que los contaminantes del aire lleguen al cerebro, la forma en que podrían contribuir a la neurodegeneración no está clara.
Pero sugieren: "La contaminación del aire relacionada con el tráfico se ha vinculado con un desarrollo cognitivo más deficiente en niños pequeños, y la exposición prolongada significativa puede producir neuroinflamación y alteraciones de la respuesta inmune cerebral innata en la edad adulta temprana".
Y llegan a la conclusión de que incluso si el impacto de la contaminación del aire fuera relativamente modesto, las ganancias de salud pública serían significativas si surgiera que frenar su exposición podría retrasar la progresión de la demencia.