La ciencia señala los pasos diarios que podrían retrasar el Alzheimer

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Publicado: miércoles, 3 diciembre 2025 8:07

   MADRID, 3 Dic. (EUROPA PRESS) -

Para muchas personas, caminar es solo una rutina diaria más, pero ¿y si esos pasos pudieran cambiar el rumbo de tu memoria y proteger tu cerebro? A veces, los gestos más simples esconden un poder que la ciencia apenas empieza a comprender.

    La inactividad física es un factor de riesgo modificable reconocido para la enfermedad de Alzheimer (EA); Sin embargo, su relación con la progresión de la patología de la EA en humanos sigue sin estar clara, lo que limita su aplicación efectiva en ensayos de prevención.

EL PODER OCULTO DE CADA PASO

   Los adultos mayores que caminan menos de 3.000 pasos al día y que presentan niveles elevados de beta amiloide cerebral muestran un deterioro cognitivo más rápido y una mayor acumulación de proteínas tau en el cerebro en comparación con las personas más activas, según investigadores del Mass General Brigham (Estados Unidos).

   En concreto, según un nuevo estudio, aumentar el número de pasos, aunque sea un poco, podría ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad de Alzheimer en personas con mayor riesgo. Así, en un artículo publicado en 'Nature Medicine', los investigadores del Mass General Brigham descubrieron que la actividad física se asociaba con una menor tasa de deterioro cognitivo en adultos mayores con niveles elevados de beta-amiloide, una proteína relacionada con el Alzheimer.

   El deterioro cognitivo se retrasó, en promedio, tres años en las personas que caminaban entre 3.000 y 5.000 pasos diarios, y siete años en quienes caminaban entre 5.000 y 7.500 pasos diarios. Las personas sedentarias presentaron una acumulación significativamente más rápida de proteínas tau en el cerebro y un deterioro cognitivo y del funcionamiento diario más acelerado.

   Esto explica por qué algunas personas que parecen estar en la trayectoria de la enfermedad de Alzheimer no se deterioran tan rápidamente como otras", expone el doctor Jasmeer Chhatwal, autor principal del estudio y miembro del Departamento de Neurología del Mass General Brigham. "Los factores del estilo de vida parecen influir en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer, lo que sugiere que los cambios en el estilo de vida podrían retrasar la aparición de los síntomas cognitivos si actuamos con prontitud".

   Los investigadores analizaron datos de 296 participantes de entre 50 y 90 años del Estudio del Envejecimiento Cerebral de Harvard, quienes no presentaban deterioro cognitivo al inicio del estudio. Utilizaron tomografías por emisión de positrones (TEP) cerebrales para medir los niveles basales de beta-amiloide en placas y de tau en ovillos neurofibrilares, y evaluaron la actividad física de los participantes mediante podómetros de cintura.

    Los participantes se sometieron a evaluaciones cognitivas anuales de seguimiento durante un periodo de entre dos y catorce años (promedio = 9,3 años), y un subgrupo se sometió a TEP repetidas para monitorizar los cambios en la proteína tau.

POR QUÉ UNOS POCOS PASOS MARCAN LA DIFERENCIA

   Un mayor número de pasos se asoció con una menor tasa de deterioro cognitivo y una acumulación más lenta de proteínas tau en participantes con niveles basales elevados de beta-amiloide. El modelo estadístico de los investigadores sugirió que la mayoría de los beneficios de la actividad física relacionados con la ralentización del deterioro cognitivo se debían a una menor acumulación de tau. Por el contrario, en personas con niveles basales bajos de beta-amiloide, se observó muy poco deterioro cognitivo o acumulación de proteínas tau con el tiempo, y no se encontraron asociaciones significativas con la actividad física.

   "Nos entusiasma que los datos del Estudio del Envejecimiento Cerebral de Harvard hayan contribuido a comprender mejor la importancia de la actividad física para mantener la salud cerebral", apunta por su parte la doctora Reisa Sperling, neuróloga del Departamento de Neurología del Mass General Brigham e investigadora principal del estudio.

"Estos hallazgos demuestran que es posible desarrollar resiliencia cognitiva y resistencia a la patología tau en el contexto de la enfermedad de Alzheimer preclínica. Esto resulta especialmente alentador en nuestra búsqueda por prevenir la demencia por enfermedad de Alzheimer, así como por disminuir la demencia causada por múltiples factores", señala.

   De cara al futuro, los investigadores planean profundizar en qué aspectos de la actividad física son más importantes, como la intensidad del ejercicio y los patrones de actividad a lo largo del tiempo. También planean investigar los mecanismos biológicos que vinculan la actividad física, la acumulación de tau y la salud cognitiva. Fundamentalmente, los autores creen que este trabajo puede ayudar a diseñar futuros ensayos clínicos que evalúen intervenciones de ejercicio para ralentizar el deterioro cognitivo en la vejez, especialmente en personas con mayor riesgo debido a la enfermedad de Alzheimer preclínica.

   "Queremos empoderar a las personas para que protejan su cerebro y su salud cognitiva manteniéndose físicamente activas", concluye la doctora Wai-Ying Wendy Yau, neuróloga cognitiva del Departamento de Neurología del Mass General Brigham y autora principal del estudio. "Cada paso cuenta, e incluso pequeños incrementos en la actividad física diaria pueden acumularse con el tiempo para generar cambios duraderos en los hábitos y la salud".

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