MADRID, 8 Jul. (EUROPA PRESS) -
Bailar con música unas cuatro horas a la semana puede detener la mayoría de los síntomas debilitantes de la enfermedad de Parkinson, según han mostrado un equipo de investigadores de la Universidad de York (Canadá) en un estudio publicado en la revista 'Brain Sciences'.
En concreto, los expertos han observado que se mejora el deterioro motor y cognitivo, así como áreas relacionadas con el habla, los temblores, el equilibrio y la rigidez, en comparación con quienes no realizan ningún ejercicio de danza. Sus datos mostraron mejoras significativas en las experiencias
"La experiencia de actuar y estar en un ambiente de estudio con instructores de baile parece proporcionar beneficios para estas personas. En general, lo que sabemos es que la danza activa áreas del cerebro en quienes no tienen Parkinson. Para quienes padecen la enfermedad, incluso cuando se trata de una deficiencia motora leve, el baile les hace sentirse mejor consigo mismos", han dicho los expertos.
El objetivo de la investigación era crear una estrategia de neurorrehabilitación a largo plazo para combatir los síntomas del Parkinson. En el estudio, los investigadores observaron cómo una actividad multisensorial (como el aprendizaje de la danza con música) que incorporaba el uso y la estimulación de varias modalidades sensoriales en el entorno de la danza, incluida la visión, la audición, la percepción táctil, la propiocepción, la cinestesia, la organización social y la control de la expresión, el olfato, el vestibular y el equilibrio, pueden influir en muchos de los desafíos del estado de ánimo, cognitivos, motores y neuronales que enfrentan las personas con diabetes.
En el trabajo, 16 participantes con EP leve a moderada (11 hombres, cinco mujeres) con una edad promedio de 69 años, fueron evaluados entre octubre de 2014 y noviembre de 2017. Fueron emparejados por edad y gravedad de la enfermedad. Los bailarines participaron en ejercicios de danza que proporcionaron movimientos aeróbicos y anaeróbicos. Luego, este grupo se comparó con 16 participantes que no bailaban (el grupo de referencia).
Las clases comenzaron con acompañamiento de música en vivo durante el calentamiento sentado, seguido de trabajo de barra y terminaron moviéndose por el piso. Todos los participantes aprendieron la coreografía para una actuación. Finalmente, los investigadores grabaron videos, realizaron cuestionarios en papel y lápiz de todos los participantes y realizaron análisis estadísticos.