MADRID, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
Durante la quimioterapia, la intervención de ejercicio físico es segura, mejora la aptitud cardiorrespiratoria a largo plazo y alivia algunos de los efectos adversos del tratamiento del cáncer, según un estudio publicado en la revista 'JACC: CardioOncology'.
Si el ejercicio no es factible durante la quimioterapia, el individuo puede participar en un programa de ejercicio después para recuperar el mismo nivel de función, añaden los investigadores.
La aptitud cardiorrespiratoria, medida por el consumo máximo de oxígeno (VO2pico), se considera uno de los predictores independientes más significativos de la salud cardiovascular. Durante el tratamiento del cáncer, el VO2peak disminuye hasta un 25%.
El tratamiento del cáncer a menudo provoca efectos adversos que perjudican la calidad de vida relacionada con la salud del paciente (HRQoL), incluida la reducción de la aptitud cardiorrespiratoria, el aumento de la fatiga y la morbilidad cardiovascular.
Está demostrado que la actividad física mitiga estos riesgos. El tratamiento con ejercicio se asocia a un aumento de la aptitud cardiorrespiratoria, a una mejora del VO2pico y a una disminución de la morbilidad cardiovascular, la mortalidad por cáncer y la mortalidad general.
"El beneficio del ejercicio para los pacientes con cáncer está ampliamente reconocido. Sin embargo, no hay pruebas suficientes sobre el momento óptimo de la intervención de ejercicio para mejorar la aptitud cardiorrespiratoria a largo plazo en los pacientes con cáncer", explica Annemiek M.E. Walenkamp, autor principal del estudio y un oncólogo médico en el Departamento de Oncología Médica del Centro Médico Universitario Groningen (Países Bajos).
En el ensayo ACT, los investigadores examinaron la eficacia de la intervención de ejercicio durante la quimioterapia en comparación con la realizada después del tratamiento para mejorar la aptitud cardiorrespiratoria a largo plazo.
Fueron elegibles para el estudio los pacientes adultos diagnosticados recientemente con cáncer de mama, cáncer de colon, cáncer testicular o linfoma no Hodgkin de células B que estaban programados para recibir quimioterapia curativa.
Entre febrero de 2013 y noviembre de 2018, los participantes en el ensayo fueron asignados al azar a una intervención de ejercicio de 24 semanas iniciada durante o después de la quimioterapia. Los tipos de ejercicio incluyeron un esfuerzo de moderado a vigoroso en una bicicleta estacionaria, entrenamiento de resistencia utilizando máquinas de pesas y pesos libres, y bádminton.
El criterio de valoración primario fue la diferencia en el VO2peak un año después de la intervención. Los criterios de valoración secundarios fueron el VO2peak tras la finalización de la quimioterapia y la intervención, la fuerza muscular, la CVRS, la fatiga, la actividad física y la autoeficacia en todos los puntos temporales.
Los investigadores descubrieron que, directamente después de la quimioterapia, el grupo que inició la terapia de ejercicios durante el tratamiento informó de menos fatiga y más actividad física y disminuyó menos el VO2peak, la CVRS y la fuerza muscular.
Tres meses después de la quimioterapia, el grupo que empezó a hacer ejercicio después del tratamiento mostró valores similares a los del grupo que hizo ejercicio durante. Ambos grupos volvieron a su estado cardiorrespiratorio de referencia un año después de completar la intervención de ejercicio, independientemente del momento.
"Estos resultados sugieren que el momento más óptimo para realizar ejercicio físico es durante la quimioterapia. Sin embargo, iniciar un programa de ejercicio físico después de la quimioterapia es una alternativa viable cuando no es posible hacer ejercicio durante la quimioterapia --apunta Walenkamp--. Esperamos que nuestros hallazgos motiven a los proveedores de atención médica a guiar a los pacientes para que realicen intervenciones de ejercicio durante el tratamiento contra el cáncer".
