MADRID, 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
Una encuesta de cinco países europeos muestra que los padres de España son los más pro-vacunación (94%), mientras que los de Francia (73%) son los que menos favorecen la vacunación. Uno de cada 30 grupos de padres en el Reino Unido y Alemania están en contra de todas las vacunas, sin importar para qué enfermedad sean. Los resultados de la encuesta son parte de un estudio que se presentará en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID), por el profesor Jean Paul Stahl, Hospital Universitario de Grenoble (Francia), y sus colegas.
Las tasas de cobertura de vacunación subóptimas han llevado al resurgimiento de enfermedades y epidemias prevenibles por vacunación en Europa, como el sarampión, en los últimos años. La creciente suspicacia ante las vacunas es una de las razones clave de esta situación. En este estudio, los autores intentaron comparar opiniones sobre la vacunación de los padres, el público objetivo clave para la vacunación, en cinco grandes países europeos.
Vaccinoscopie Europe es una encuesta en línea realizada en 2019 en una muestra representativa de 1.500 padres de niños de 0 a 35 meses en Francia, Alemania, Italia, España y el Reino Unido: 300 por país - 150 parejas de padres (madre y padre) de niños en cada país, y cada grupo de padres presenta un conjunto de opiniones. La proporción de padres con opiniones positivas sobre la vacunación varió según los países, del 73% para Francia al 94% para España; otros países se ubicaron entre el 88% para Alemania; 87% para Italia; 86% para el Reino Unido.
El Reino Unido y Alemania tenían el 3% de los padres (1 de cada 30) opuestos a todas las vacunas versus menos del 1% en los otros países. En todos los países, más del 90% de los padres eran favorables a la vacunación obligatoria para al menos ciertas vacunas (definidas como A favor de la vacunación obligatoria para al menos 1 de las siguientes enfermedades: tétanos, tos ferina, sarampión, rubéola, meningitis neumocócica, meningitis meningocócica B, meningitis meningocócica C, Haemophilus influenzae tipo b, poliomielitis, difteria, paperas, hepatitis B, gastroenteritis por rotaviruso varicela).
Alemania y el Reino Unido tuvieron la mayor proporción de padres contra la vacunación obligatoria: 7,8% para Alemania; 7,4% para el Reino Unido; 4% para Francia; 1% para Italia y 0,8% para España.
En términos de conocimientos sobre vacunación, los padres franceses se sintieron significativamente menos informados (77% bien informados) que los padres de otros países (90-94% sintiéndose bien informados), y habían leído menos información en línea sobre la vacunación: 58% para Francia versus 70 % para Alemania; 81% para el Reino Unido; 71% para Italia; 58% para Francia y 70% para España.
El nivel de confianza en las autoridades sanitarias fue más alto en España y más bajo en Francia: el 88% de los padres españoles calificó su nivel de confianza de 7 a 10 en una escala de 10 puntos, mientras que solo el 68% de los padres franceses lo hizo. Para el Reino Unido y Alemania, esta cifra fue del 79%, y para Italia del 74%.
Aunque la primera fuente de información para los padres al tomar la decisión de vacunar a sus hijos fue un profesional de atención médica, esto difería en cada país según el sistema sanitario. La segunda fuente de información fue Internet, con los sitios web de las autoridades de salud más consultados por todos los países, seguidos por amigos y familiares. La influencia de estas dos últimas fuentes varió según los países (del 14 al 40% y del 9% al 30%, respectivamente).
Los autores concluyen que "los padres que tenían una opinión favorable sobre la vacunación parecían estar vinculados con un mejor conocimiento percibido de la vacunación. El proveedor de atención médica que hacía la vacunación era la primera fuente de información, mientras que Internet también era un recurso valioso, si bien que amigos y familiares también podían ser influyente".
A su juicio, "deben tenerse en cuenta las características locales para aumentar la confianza en la vacunación. La evaluación debe armonizarse a nivel europeo, permitiendo a los países compartir estrategias de mejores prácticas para la salud pública".