¿Está justificada la fobia que les tenemos a los corticoides?

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Archivo - Pastilla, fármaco, ibuprofeno - SPUKKATO/ ISTOCK - Archivo
Actualizado: lunes, 10 abril 2023 18:00

   MADRID, 10 Abr. (EDIZIONES) -

   La palabra corticoide no nos suele hacer mucha gracia y nos suele asustar un poco cuando un médico nos los prescribe. A pesar de que habitualmente se habla de manera genérica de los corticoides, para designar a un tipo de fármacos antiinflamatorios con estructura esteroidea, lo correcto sería hablar específicamente de 'glucocorticoides'.

   ¿Por qué? Según nos explica en una entrevista con Infosalus Pablo Caballero, farmacéutico del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, quien precisa que los glucocorticoides son compuestos con una estructura y unos efectos similares a los del cortisol, el principal glucocorticoide producido en la corteza suprarrenal.

   Así, precisa igualmente que los fármacos glucocorticoides son sustancias que se utilizan principalmente por dos de sus efectos:

   1. A través de distintas vías ejercen un potente efecto antiinflamatorio, que en muchos casos es el objetivo con el que se usan de forma terapéutica.

   2. Inhiben la respuesta inmunitaria, en parte a través de los mismos mecanismos que permiten obtener el efecto antiinflamatorio.

CUÁNDO SON NECESARIOS

   Como consecuencia de su efecto antiinflamatorio e inmunodepresor, este farmacéutico indica que resultan de utilidad en enfermedades que cursan con inflamación moderada o grave, así como en situaciones en las que se necesita suprimir la acción del sistema inmunitario.

   En relación con el efecto antiinflamatorio, Caballero apunta que se utilizan por vía oral, por ejemplo, en enfermedades reumáticas como la artritis reumatoide; mientras que por vía inhalatoria son útiles en enfermedades como el asma o la fibrosis pulmonar; y por vía tópica se utilizan en casos de dermatitis o en urticarias graves, entre otras muchas condiciones.

   Sobre el efecto inmunosupresor de estos fármacos, este experto argumenta que este los hace útiles en situaciones como el trasplante de órganos, con el objetivo de evitar que el sistema inmunitario ataque al nuevo órgano implantado, por ejemplo.

   Igualmente, precisa que también se usan en terapia sustitutiva y, por ejemplo, en la enfermedad de Addison, en la cual la corteza suprarrenal no produce suficientes glucocorticoides y estos deben administrarse en forma de medicamentos.

SIEMPRE TOMARLOS BAJO PRESCRIPCIÓN MÉDICA

   Con ello, este especialista del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos remarca la importancia de que siempre se tomen bajo prescripción médica, siempre que así lo considere un médico previamente, porque según indica, en primer lugar, su uso debe estar condicionado a un diagnóstico médico que lo justifique, puesto que dependiendo de la enfermedad o de una condición concreta, y de las características del paciente, pueden estar contraindicados, especialmente en tratamientos crónicos.

   "Además, pueden provocar efectos secundarios muy diversos, sobre todo en tratamientos por vía oral o parenteral cuando se toman por periodos prolongados. Por ejemplo, son fármacos que pueden producir hipertensión arterial, mayor vulnerabilidad frente a las infecciones debido al efecto inmunosupresor, o un aumento de la concentración de glucosa en sangre (efecto hiperglucemiante) que en uso crónico puede provocar diabetes mellitus", agrega.

¿JUSTIFICADA LA FOBIA?

   Sobre si estaría justificada la fobia que en muchos casos se les tiene a los glucocorticoides, este experto manifiesta que son un "tratamiento seguro", pero siempre que se cumplan las condiciones prescritas: "En tratamientos por vía oral o parenteral (sistémicos) a corto plazo, o cuando se usan por vía tópica en tratamientos puntuales o de forma inhalada suelen ser bien tolerados, con escasos efectos adversos.

   Es en tratamientos sistémicos crónicos cuando suelen aparecer más efectos adversos, por lo que en estos casos el paciente suele estar sometido a un control rutinario".

   Además, señala que los glucocorticoides son fármacos que cuentan con una amplia experiencia de utilización y tanto sus efectos farmacológicos como sus posibles efectos secundarios son bien conocidos. "Por ello, se prescriben en situaciones concretas en las que pueden ser útiles y, cuando es necesario, el paciente se somete a controles que garantizan la seguridad del tratamiento", aclara.

   En este sentido, apunta que el farmacéutico también contribuye a garantizar esta seguridad y a optimizar el resultado de la farmacoterapia aportando a los pacientes información sobre las situaciones en las que están indicados, así como sobre la forma correcta de administración, y los posibles efectos secundarios del tratamiento.

EFECTOS SECUNDARIOS

   Por otro lado, Caballero sostiene que cuando se usan glucocorticoides potentes, en dosis altas o en tratamientos prolongados (durante más de 7-10 días), el prescriptor debe establecer un calendario de reducción paulatina de la dosis, porque la administración de estos fármacos provoca que la corteza suprarrenal deje de sintetizar glucocorticoides, de modo que la suspensión brusca del tratamiento puede provocar una insuficiencia adrenal con efectos muy graves.

   Además de los efectos adversos ya mencionados, dice que el uso crónico puede favorecer también la osteoporosis, la aparición de úlceras pépticas, la formación de edemas, una mayor dificultad para la cicatrización de las heridas, mayor vulnerabilidad a las infecciones, o un síndrome de Cushing, que se caracteriza por síntomas como un aumento de la tensión arterial e intracraneal, un aumento de la grasa abdominal, o bien atrofia muscular en los brazos y en las piernas.