MADRID, 5 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en colaboración con el CIBERNED del Hospital Carlos III de Madrid, está desarrolla un fármaco que podría detener las afectaciones cognitivas del Parkinson, entre las que se engloban el aprendizaje, el razonamiento o la memoria.
El fármaco podría estar listo para iniciar la fase experimental a finales de 2017, según informan desde la UOC, cuyos investigadores, además, estan realizando un ensayo con pacientes empleando la estimulación magnética transcraneal, que pretende conseguir mejoras importantes en aspectos cognitivos como la memoria.
"Cuando la enfermedad da la cara con las primeras manifestaciones de temblores o falta de memoria ya ha eliminado la mitad de las neuronas afectadas", apunta el doctor Jaume Kulisevsky, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa relacionada sobre todo con la edad. En su proceso, elimina progresivamente una serie de grupos de neuronas. Cuando estas neuronas mueren, generan temblor, lentitud o rigidez y tienen también consecuencias en la memoria y en otros aspectos que afectan al raciocinio.
Lo más habitual es que la enfermedad empiece a partir de los 55 o 60 años pero hay casos de gente joven. "Hemos detectado pacientes de menos de 40 años. La posibilidad de que la enfermedad tenga causas genéticas aumenta. Hay un gen responsable del "Parkinson familiar"", señala el investigador de la UOC, que destaca que el avance de los estudios de genética ha ayudado a establecer esta correlación. Según Kulisevsky, entre un 5% y un 10% de los casos tiene origen genético.
Hay factores de riesgo que precipitan el desarrollo de la enfermedad (por ejemplo, los pesticidas) y factores protectores (consumo de café y fruta o llevar una vida saludable). "Actualmente consideramos que responde a diferentes causas: predisposición genética y factores ambientales. Seguramente, el Parkinson es una manera de enfermar del cerebro producida por diferentes causas, pero que se expresan de una misma manera", sentencia Kulisevsky.
Los investigadores apuntan que el salto en la mejora de la calidad de vida del enfermo se dará cuando se consiga detectar la enfermedad en estadios incipientes. Ahora la diagnosis es "clínica, de sospecha", explica, recordando que lo que se necesita es "no esperar a tener los síntomas sino que deberíamos profundizar en los factores de riesgo". "Los nuevos avances del tratamiento para controlar la enfermedad se producirán a partir de ensayos clínicos con esta población de riesgo", concluye Kulisevsky.