MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS) -
Los nuevos medicamentos, pese a suponer para los sistemas sanitarios una inversión mayor en primera instancia frente a los fármacos previos, tienen un efecto secundario "muy positivo" para la sociedad desde el punto de vista económico porque ahorran costes, tanto en el propio sistema sanitario como en la sociedad y en la estructura productiva de un país.
Un ahorro que, tal y como ha señalado la patronal, suele pasar "inadvertido" porque sus efectos beneficiosos no se notan en el medio y largo plazo y, cuando se generan los retornos a la sociedad, no se suele asociar a la llegada de las nuevas terapias. Además, hasta ahora "no ha existido una dinámica adecuada" para poder relacionar los ahorros con los efectos beneficiosos de los fármacos innovadores.
Estos ahorros poco conocidos por el conjunto de la sociedad consisten en evitar hospitalizaciones y consultas, mejorar la adherencia, reducir bajas laborales y absentismo, mejorar la productividad, así como disminuir o evitar la carga de cuidados de la dependencia en el hogar.
Precisamente, esta es una de las conclusiones del informe 'El valor del medicamento desde una perspectiva social', elaborado por el centro de estudios en economía de la salud Weber con el apoyo de Farmaindustria y publicado en marzo.
"Pocas personas saben que por cada euro que se invierte en nuevos medicamentos el sistema público de salud puede ahorrar entre 2 y 8 euros, o que un año de esperanza de vida ganado, que en un 70% se debe a la innovación farmacéutica, proporciona 4 puntos de ganancia para nuestra economía", ha comentado el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés.
Asimismo, distintos estudios internacionales han corroborado la existencia de este efecto compensación, "obteniendo unos ratios de ahorro neto de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto adicional" que suponen las innovaciones terapéuticas, gracias sobre todo a hospitalizaciones evitadas.
AHORROS DIRECTOS E INDIRECTOS
Por otro lado, Farmaindustria ha comentado que estos ahorros pueden ser directos o indirectos. En el caso de los ahorros directos, pueden ser sanitarios o no sanitarios. Con respecto a los primeros, se reducen la medicación, las consultas médicas, las urgencias, las pruebas diagnósticas, las hospitalizaciones, las visitas médicas domiciliarias y el transporte medicalizado.
Del mismo modo, prosigue, las terapias innovadoras a menudo mejoran la adherencia al tratamiento, permitiendo no solo disfrutar de unos mejores resultados en salud, sino también hacer un menor uso de los servicios sanitarios que los pacientes no adherentes, reduciendo así el coste sanitario asociado a los mismos.
De hecho, en España, un análisis realizado por Farmaindustria, y recogido también en el informe de la Weber, determinó que el aumento del gasto farmacéutico hospitalario producido entre 1999 y 2005 generó una mayor reducción en el resto de áreas de gasto hospitalario, lográndose así un ahorro neto de costes hospitalarios. En este sentido, se estima que por cada 10% de incremento promedio del gasto farmacéutico hospitalario per cápita en pacientes externos, el gasto farmacéutico hospitalario aumentó en 2,5 euros per cápita, mientras que el resto de partidas de gasto hospitalario se redujeron en 3,6 euros, generando un ahorro neto de 1,1 euros per cápita en el gasto hospitalario total.
El ahorro de costes directos no sanitarios se deriva de los cuidados personales dedicados a personas con falta de autonomía personal, y pueden ser formales (provistos por profesionales, de forma remunerada) o informales (proporcionados por el entorno afectivo del paciente).
En el caso de los costes indirectos, el principal es que gracias a las nuevas terapias se reducen las bajas laborales y el absentismo y, en consecuencia, se incrementa la productividad. Entre los estudios que lo demuestran, Farmaindustria ha aludido a uno publicado en Alemania en 2010, centrado en 16 grupos de enfermedades, concluye que cuanto mayor es el stock de nuevos medicamentos aprobados para tratar una determinada enfermedad, menor el número de años de trabajo perdidos atribuidos a dicha enfermedad.
"En este ámbito de los ahorros conseguidos por los medicamentos innovadores hay que priorizar el concepto de inversión, como gasto que se produce y va a tener un retorno más allá del primer año, frente al mero concepto de gasto, que tiene siempre un horizonte temporal de corto plazo. El cambio fundamental es tener una perspectiva de medio y largo plazo, así podremos considerar el medicamento como una inversión, y no sólo como un gasto en el corto plazo", ha comentado el presidente de la Fundación Weber, Álvaro Hidalgo.
Finalmente, Farmaindustria ha recordado que también se puede abordar esta realidad desde la óptica de distintas enfermedades específicas. En estos casos, los nuevos tratamientos se han traducido en "importantes" ahorros en costes hospitalarios, que a menudo más que compensan el incremento en los costes farmacológicos.