MADRID, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID) de este año, que se celebra en línea (9-12 de julio), sugiere que tres clases de fármacos comúnmente prescritos que no son antibióticos --inhibidores de la bomba de protones (IBP), betabloqueantes y antimetabolitos-- podrían dar lugar a infecciones resistentes a los antibióticos causadas por bacterias de la familia Enterobacteriaceae, según una nueva investigación presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID).
Estas infecciones resistentes a los antibióticos están a su vez relacionadas con estancias hospitalarias más largas y un riesgo potencialmente mayor de muerte.
El estudio observacional subraya la importancia de los fármacos no antimicrobianos (FMA) utilizados habitualmente como factor de riesgo de resistencia a los antibióticos, afirman los investigadores.
Se cree que las bacterias desarrollan resistencia a los antibióticos en gran medida debido a la exposición repetida por prescripción excesiva, lo que hace que el uso reciente de antibióticos sea un factor de riesgo clave para la resistencia a los medicamentos. Pero en hasta la mitad de los pacientes que albergan bacterias resistentes a los fármacos cuando ingresan en el hospital, no hay ningún factor de riesgo identificable.
Los FMA de uso común ayudan a tratar las enfermedades y a controlar los síntomas de las afecciones crónicas, pero pueden causar efectos secundarios no deseados. Recientemente se ha comprobado que algunos FMA de uso común tienen un impacto significativo en la composición bacteriana del microbioma intestinal.
Sin embargo, no se ha estudiado sistemáticamente el papel del uso de FMA como factor de riesgo de infección por bacterias resistentes a los antibióticos.
Para abordar esto, los investigadores examinaron los datos de 1.807 adultos admitidos en un hospital académico de nivel terciario en Tel Aviv, Israel, entre el 1 de enero de 2017 y el 18 de abril de 2019, con un diagnóstico de infección del tracto urinario superior, y un cultivo de orina o sangre positivo que cultivaba Enterobacteriaceae. El uso de 19 clases de medicamentos no antimicrobianos antes del ingreso hospitalario se recuperó de los registros médicos electrónicos.
Se identificaron organismos resistentes a los fármacos en más de la mitad de las muestras de pacientes (944/1.807). Y se identificaron organismos multirresistentes (resistentes a 3 o más clases de antibióticos) en alrededor de una cuarta parte de los episodios (431/1.807).
Los análisis descubrieron que el uso de siete categorías de fármacos comunes se asociaba a una mayor resistencia a los medicamentos antimicrobianos: los ISRS, que ayudan a controlar los síntomas de la depresión; los antipsicóticos típicos utilizados para tratar enfermedades mentales como la esquizofrenia; los inhibidores de la enzima Anti 10A para la prevención de accidentes cerebrovasculares en pacientes con fibrilación auricular; los IBP, que reducen la producción de ácido estomacal; los betabloqueantes, que ayudan a tratar los problemas cardíacos; y los antimetabolitos (fármacos de quimioterapia) utilizados habitualmente para tratar cánceres y enfermedades inflamatorias.
Los investigadores también descubrieron que tres clases de fármacos (IBP, betabloqueantes y antimetabolitos) estaban significativamente asociados a la resistencia a las cefalosporinas de tercera generación, al trimetoprim-sulfametoxazol y a las fluoroquinolonas. Los antimetabolitos parecían tener el mayor impacto en la resistencia a los antibióticos.
"Nuestros resultados ponen de manifiesto la importancia de la exposición a fármacos no antimicrobianos como factor de riesgo de la resistencia a los antibióticos --afirma el autor principal, el doctor Meital Elbaz, del Centro Médico de Tel Aviv (Israel)--. Necesitamos urgentemente estudios más amplios con más clases de fármacos para confirmar el descubrimiento y aclarar el vínculo biológico entre los medicamentos de prescripción comunes y la resistencia a los antibióticos".
Los autores señalan varias limitaciones de su estudio, entre ellas que la exposición a los FMA se basó en las historias clínicas y que faltaba información sobre la dosis y la duración del uso. Además, en el caso de algunos fármacos, el número de pacientes era demasiado pequeño para alcanzar la significación estadística.