MADRID, 8 May. (EUROPA PRESS) -
Ivestigadores del Instituto Karolinska (Suecia) han descubierto que el uso a largo plazo de supresores de ácido llamados inhibidores de la bomba de protones (IBP) como el omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, esomeprazol, y rabeprazol, utilizados para la acidez, la gastritis o las úlceras estomacales, podría aumentar el riesgo de desarrollar demencia.
"Hemos podido demostrar que los inhibidores de la bomba de protones afectan la síntesis del neurotransmisor acetilcolina, que desempeña un papel importante en condiciones como la enfermedad de Alzheimer. Dado que no hay un tratamiento eficaz para la enfermedad, es importante evitar los factores de riesgo. Por lo tanto, queremos llamar la atención sobre esto para que los medicamentos no se utilicen innecesariamente durante mucho tiempo", explica Taher Darreh-Shori, autor principal del trabajo, publicado en la revista 'Alzheimer's & Dementia'.
Los inhibidores de la bomba de protones funcionan bloqueando las bombas que transportan los iones de hidrógeno ácido desde las células que forman la mucosa. Cuando las bombas están fuera de acción, hay una reducción del ácido y, en última instancia, el daño corrosivo que hace a los tejidos. Estudios han mostrado anteriormente mayores tasas de demencia en las personas que utilizan IBP, pero hasta ahora se desconoce qué forma podría adoptar esa conexión.
En primer lugar, los investigadores utilizaron simulaciones informáticas tridimensionales para examinar cómo seis variantes de IBP basadas en diferentes sustancias activas interactuaban con una enzima llamada colina acetiltransferasa, cuya función es sintetizar el neurotransmisor acetilcolina. Como neurotransmisor, la acetilcolina es necesaria para el paso de señales entre las células nerviosas, pero esto solo funciona si se produce suficiente cantidad de la sustancia. Las simulaciones mostraron que todas las drogas probadas eran capaces de unirse a la enzima.
Los investigadores analizaron entonces el efecto de esta unión. Descubrieron que todos los fármacos inhibían la enzima, lo que resultaba en una reducción de la producción de acetilcolina, donde cuanto más fuerte era la unión, más fuerte era el efecto inhibidor. Los medicamentos basados en las sustancias activas omeprazol, esomeprazol, tenatoprazol y rabeprazol tenían la mayor afinidad y, por lo tanto, eran los inhibidores más fuertes de la enzima, mientras que las variantes pantoprazol y lansoprazol eran las más débiles.
Ahora se necesitan estudios complementarios para examinar si estas observaciones de laboratorio representan lo que ocurre en el cuerpo. Sin embargo, Darreh-Shori ya está aconsejando contra el uso excesivo de los IBP.
"Se debe tener especial cuidado con los pacientes más ancianos y con aquellos a los que ya se les ha diagnosticado demencia. Lo mismo se aplica a los pacientes con enfermedades de debilidad muscular como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ya que la acetilcolina es un neurotransmisor motor esencial. En estos casos, los médicos deben utilizar los medicamentos que tienen el efecto más débil y prescribirlos en la dosis más baja y durante el menor tiempo posible", argumenta el investigador.
"Sin embargo, me gustaría subrayar que el uso correcto de los medicamentos es seguro también en los ancianos, siempre que los medicamentos se utilicen durante un tiempo limitado y cuando sean realmente necesarios, ya que nuestro sistema nervioso es bastante flexible a la hora de tolerar un impacto a corto plazo", concluye.