BARCELONA 27 Sep. (EUROPA PRESS) -
Científicos del Instituto Catalán de Investigación del Agua (Icra) han hallado por primera vez restos de fármacos en los sedimentos y las partículas sólidas en suspensión del río Ebro, lo que aumenta en un 30% la presencia de medicamentos que hasta ahora se habían documentado diluidos en el agua.
En rueda de prensa, el director del Icra, Damià Barceló, ha explicado que las trazas de medicamentos halladas en los lodos deben sumarse a las concentraciones de entre 50 y 100 nanogramos de cada sustancia --43 fármacos en total-- que ya se habían cifrado, si bien el descubrimiento adicional sigue sin representar un riesgo para la salud humana.
Sumando el conjunto de fármacos --los más comunes son los antiinflamatorios pero los que tienen mayor potencial tóxico son los antibióticos--, la concentración de medicamentos en los ríos puede llegar a algún microgramo por litro, aunque teniendo en cuenta la concentración de los tratamientos médicos, una persona debería beber más de 10.000 litros de agua seguidos directamente del río.
Barceló sí ha apuntado efectos sobre los ecosistemas, aunque todavía deben realizarse estudios complementarios para determinar el alcance, y el Icra trabaja además en investigaciones adicionales para conocer en qué proporción un episodio de fuertes lluvias puede liberar las partículas que permanecen "encapsuladas" en el lecho fluvial.
Los investigadores también han detectado que la concentración de fármacos es mayor en los pequeños afluentes que van a parar al Ebro --han citado el caso del río Arga a su paso por Pamplona-- y en zonas próximas a explotaciones ganaderas, mientras que su efecto se diluye en el curso bajo por la presencia de mayor caudal.
La solución al problema pasa por tomar "conciencia colectiva", ha señalado Barceló, que ha apuntado soluciones parciales para disminuir el impacto, como no tirar fármacos por el inodoro, mejorar la capacidad de las depuradoras, rebajar la cantidad de antibióticos presentes en los piensos y controlar mejor los desechos que generan los hospitales, entre otras medidas.
El "riesgo ambiental" analizado hasta el momento apunta a que algunos macroinvertebrados podrían haber engordado por el efecto de los antiinflamatorios, y que algunos peces, ante concentraciones altas de determinados medicamentos, podrían sufrir mutaciones sexuales, alteraciones cardiovasculares o problemas de motricidad en sus aletas.
La investigación del Icra forma parte del proyecto Scarce del Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno, que con una inversión de 4,5 millones de euros durante cinco años pretende estudiar diversos aspectos de las cuencas mediterráneas, analizando en concreto los ríos Llobregat, Ebro, Júcar y Guadalquivir.