MADRID, 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un anticuerpo que defiende a los vasos sanguíneos contra la sepsis puede evitar que los ratones sucumban a la enfermedad, según un estudio reciente. En vez de dirigirse al patógeno o la respuesta de inflamación del cuerpo como hacen los tratamientos de la sepsis existentes sin éxito, este enfoque se dirige a la respuesta vascular del paciente.
Incluso, a diferencia de los anticuerpos terapéuticos convencionales, el anticuerpo implicado aquí funciona mediante la conversión de una proteína que normalmente es perjudicial en protectora. Actualmente, no hay un tratamiento específico disponible para la sepsis, que afecta a 19 millones de personas en todo el mundo cada año y es una causa principal de muerte en los pacientes hospitalizados.
La sepsis implica la inflamación de todo el cuerpo impulsada por una respuesta inmune abrumadora a la infección. En particular, la inflamación vascular puede hacer que los vasos sanguíneos se descompongan y se derrame la sangre, lo que puede lleva a la insuficiencia de órganos y el choque séptico. TIE2, un receptor que se encuentra en las células endoteliales que recubren el interior de los vasos sanguíneos, se ha convertido en una importante diana terapéutica para la sepsis.
El receptor refuerza la barrera endotelial contra la inflamación vascular y las fugas. Sin embargo, los compuestos que estimulan TIE2 o inhiben ANG2, una proteína secretada que bloquea el receptor existente, han demostrado ser sólo parcialmente eficaces o poco prácticos para el uso clínico.
Sangyeul Han y sus colegas desarrollaron un anticuerpo inusual que se une a ANG2, formando un complejo que activa en lugar de inhibir tanto ANG2 como TIE2. En varios modelos de ratón de la sepsis, el anticuerpo prolongó la supervivencia mejor que lo hizo un anticuerpo convencional bloqueante de ANG2.
La combinación del anticuerpo de los investigadores con antibióticos mejoró aún más la supervivencia de la sepsis causada por una infección bacteriana. Los experimentos mostraron que el anticuerpo estabilizó los vasos sanguíneos, fortaleció la función de barrera y sofocó la inflamación sistémica. Los hallazgos indican que el anticuerpo es un tratamiento potencial para la sepsis y posiblemente otras enfermedades que implican la pérdida vascular, como el ébola, la malaria y el ántrax.