MADRID, 28 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un estudio internacional compara el número de genes de resistencia a los antibióticos, que dan a las bacterias la capacidad de resistir los efectos de los antibióticos, que se encuentran en las plantas de tratamiento de agua de siete países europeos que participaron en el estudio: Finlandia, Noruega, Alemania, Irlanda, España, Portugal y Chipre.
Los resultados muestran que el número de genes de resistencia a los antibióticos en las aguas residuales se corresponde con el número de bacterias de este tipo halladas en muestras recolectadas de pacientes en esa región, así como con el consumo general de antibióticos en el área. Sin embargo, las plantas de tratamiento de aguas residuales modernas y que funcionan bien parecen ser bastante efectivas para eliminar las bacterias resistentes a los antibióticos del agua durante el proceso de tratamiento.
No obstante, el estudio indicó que es posible que una planta de tratamiento funcione como una incubadora de resistencia a los antibióticos bajo ciertas condiciones. Entre las 12 plantas estudiadas, en una instalación, el número relativo de genes de resistencia a los antibióticos aumentó durante el proceso de purificación.
El estudio fue realizado por un grupo de investigación internacional. La Universidad de Helsinki, en Finlandia, estuvo representada en el estudio del grupo de microbiólogos Marko Virta, de la Facultad de Agricultura y Bosques. Los resultados se publican en la revista científica 'Science Advances'.
USO DE ANTIBIÓTICOS ELEVADO EN ESPAÑA
El uso europeo de antibióticos varía ampliamente según el país. En general, los europeos del sur usan muchos más antibióticos que sus contrapartes en el norte. Del mismo modo, las personas que viven en el sur de Europa tienden a portar un número mucho mayor de bacterias resistentes a los antibióticos que las que viven en el norte de Europa.
Entre los países del estudio, el uso de antibióticos es relativamente alto en España, Portugal, Chipre e Irlanda, mientras que en Finlandia, Noruega y Alemania se prescriben y se usan menos antibióticos. La cantidad de resistencia a los antibióticos en estos países refleja la división anterior: los españoles, los portugueses, los chipriotas y los irlandeses tienen más bacterias resistentes a los antibióticos en sus entrañas que los finlandeses, los noruegos y los alemanes.
Todos los países investigados en el estudio presentaban varios genes de resistencia a los antibióticos en las aguas residuales que llegaban a sus plantas de tratamiento. El número de genes de resistencia encontrados en las aguas residuales destinadas a la purificación fue mayor en Portugal, España, Chipre e Irlanda que en Finlandia, Noruega y Alemania.
Sin embargo, las plantas de tratamiento lograron eliminar la resistencia de la mayoría de las muestras. Aun así, la diferencia entre los países persistió: a mayor resistencia en las aguas residuales entrantes, mayor permanencia en el agua que sale de la planta. Solo en una planta de tratamiento portuguesa aumentó durante la purificación la proporción de genes de resistencia a los antibióticos encontrados en las aguas residuales, convirtiendo a la planta en una incubadora de resistencia a los antibióticos.
"Este estudio muestra que existe una correlación entre las bacterias resistentes circulantes en la población y las que llegan a las plantas depuradoras procedentes de residuos domésticos, incluyendo bacterias presentes en humanos", explica José Luis Martínez, del Centro Nacional de Biotecnología, quien ha participado en el estudio.
"Este tipo de análisis de las bacterias presentes en las depuradoras serviría para determinar de manera global cuáles son las resistencias propias (resistoma) de una ciudad/región y podría servir como base para implementar sistemas de vigilancia capaces de determinar la prevalencia de la resistencia de un modo general en una población", concluye Martínez.
IMPACTO DE LA EDAD DE LAS PLANTAS DE TRATAMIENTO Y LA TEMPERATURA DEL AGUA
El estudio no proporciona una respuesta directa sobre por qué el grado de resistencia a los antibióticos aumentó en una planta y disminuyó en las otras. El desarrollo de la resistencia puede verse influido por varios factores: la edad y el tamaño de la planta de tratamiento, las técnicas utilizadas, la temperatura de las aguas residuales, la cantidad de residuos de antibióticos en el agua y la interacción entre las bacterias y los diversos tipos de protozoos detectados en el agua.
"En este estudio, 11 de las 12 plantas de tratamiento de aguas residuales bajo investigación mitigaron el problema de la resistencia, lo que parece indicar que las plantas modernas funcionan bien en este sentido", afirma Marko Virta. "Al mismo tiempo, una planta más antigua o un proceso de purificación deficiente pueden terminar aumentando la resistencia a los antibióticos en el ambiente. Necesitamos más hallazgos de investigación de países con alto consumo de antibióticos y prácticas de tratamiento de aguas residuales menos desarrolladas", agrega.
El grupo de investigación de Virta está iniciando actualmente nuevos proyectos en Asia y África Occidental. Evaluar el riesgo asociado con la resistencia a los antibióticos que se encuentra en las aguas residuales es difícil, ya que hasta el momento los investigadores y las autoridades tienen una imagen incompleta de la cantidad de genes de resistencia a los antibióticos que pueden causar un claro peligro para la salud humana.
En el peor de los casos, las bacterias resistentes a los antibióticos causantes de enfermedades podrían transportarse en el agua residual purificada al medio ambiente y al agua de riego utilizada en la agricultura. Más abajo en la línea, podrían encontrar su camino hacia los humanos en su comida. Este problema podría afectar especialmente a los países que carecen de agua potable, ya que son más propensos a utilizar aguas residuales purificadas para el riego.