MADRID, 30 Abr. (EUROPA PRESS) -
La historia de la farmacología no podría entenderse sin el descubrimiento y desarrollo de la heparina, un fármaco anticoagulante, posiblemente de los más usados en el mundo y, sin duda, determinante en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los medicamentos esenciales para la salud, "hoy no se entendería buena parte de la mejora sanitaria sin este fármaco", que este año ha cumplido cien años.
En estos términos se refiere en una entrevista a Europa Press, el responsable de acción profesional del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, Santiago Cuéllar, quien recuerda que la heparina es un producto glúcido complejo, un azúcar o sacárido, con una estructura determinada que lo que hace es prevenir la coagulación sanguínea, es decir que es un anticoagulante.
Es uno de los fármacos más antiguos aún en uso generalizado, utilizado desde la década de 1930, su descubrimiento data de 1916 y no está exento de cierta polémica, ya que existe controversia sobre quién lo descubrió. Se dice que fue descubierta accidentalmente en 1916 por Jay McLean, un estudiante de medicina de segundo año de la Facultad Johns Hopkins en Baltimore. Sin embargo, otros otorgan el hallazgo al eminente científico estaounidense William Howell quien dio nombre al fármaco y encarriló su desarrollo.
De este modo el descubrimiento fue primero atribuido al fisiólogo estadounidense pero, posteriormente, se atribuyó a McLean, que fue alumno suyo y fue quien realmente aisló un fosfátido (compuesto soluble en grasa) de las células hepáticas de perros que fueron probadas en animales, observando un excesos de sangrado en aquellos en los que se experimentó.
McLean tuvo que irse de la universidad en 1917 dejando en manos de su tutor la investigación, quien según diferentes tratados, desarrolló otro anticoagulante soluble en grasa aparentemente distinto de la que se aisló por McLean. Howell lo llamó heparina que viene del griego 'Hepar' (hígado), dándole el nombre dell tejido del que se aisló por primera vez.
En 1926, Howell presenta nuevas mejoras en el protocolo y el resultado final volvió a ser un compuesto diferente a los asilados anteriormente, incluido el descubierto en 1916 por McLean, quien por otra parte afirmaría durante años, y denunciaría públicamente en las revistas especializadas y allí donde le invitaban para dar una conferencia, haber descubierto la heparina.
"Se puede decir que tuvieron que pasar prácticamente 20 años en desarrollarse como medicamento humano", afirma el experto, quien destaca que no sería hasta 1935 cuando se empezaron a utilizar las primeras heparinas en clínica, aunque hasta los años 80 no se dio su expansión.
PRIMERAS COMERCIALIZACIONES
El compuesto refinado por Howell comenzó a comercializarse en 1924. Sin embargo, no fue hasta 4 años después cuando Charles Best (Premio Nobel en 1923 por su descubrimiento de la insulina junto con Frederick Banting) comenzó a mostrar interés en la producción de heparina. En 1933, había desarrollado una primera operación de extracción de heparina a partir de hígado de bovino, más adelante descubrieron que el hígado, los músculos y los tejidos del pulmón contenían las mayores cantidades de heparina.
Después de varios años de experimentos para utilizar heparina para el tratamiento de la trombosis en los perros, en 1937 se habían desarrollado lo suficiente como heparina para comenzar los ensayos en humanos. Howell se retiró en 1936, mientras que McLean comenzó a tener éxito con el uso de la heparina en el tratamiento de endocarditis y gangrena por el 1939 y, con el tiempo, consiguió que le fuera reconocida la autoridad del descubrimiento.
El DESARROLLO
De los años 40 a los años 80, su desarrollo sería muy rápido. "Durante estos cien años de vida de la heparina, su gran desarrollo no fue hasta la mitad de su vida, y ha ido unido al desarrollo de otros anticoagulantes de diferente administración e indicación", advierte Cuéllar.
En los años 1940 se había desarrollado un método para producir económicamente grandes cantidades de heparina purificada, mientras que en los años 80 vendrá la revolución del fármaco. A la heparina clásica o no fraccionada (HNF), le siguió el desarrollo de la heparina de bajo peso molecular o heparina fraccionada.
"Se intentó simplificar la estructura sobre todo con la idea de hacer más predecible el efecto anticoagulante, es decir, más manejable en términos clínicos". Así, recuerda, "la heparina no fraccionada, es decir la que se estuvo utilizando durante décadas y décadas, ya ha sido prácticamente remplazada por la heparina fraccionadas".
"Eso hizo que empezaran a ensayar y se intentaran por métodos químicos cadenas más cortas, con menor peso molecular, y eso permitió comprobar que al acortar las cadenas el mecanismos de acción variaba un poquito, es decir la heparina no fraccionada actuaba sobre dos pasos de la cascada de coagulación, mientras que la hepatira de bajo peso molecular actuaba sobre un solo punto, lo que la hacía más manejable y predecible en términos de dosificación", explica el farmacéutico.
Las heparinas fraccionadas tienen una estructura más pequeña, y, añade, "gracias a eso tiene un efecto más selectivo", es decir que es más fácil de regular para el paciente. Y esto es una gran ventaja frente al resto de anticoagulantes, ya que uno de los mayores inconvenientes de estos fármacos es la dificultad de ajustar la dosis a las necesidades de anticoagilación de cada paciente.
El experto destaca que "la heparina fraccionadas es a día de hoy uno de los anticoagulantes de referencia", y es que su uso va desde la prevención de trombosis en personas que han sido sometidas a cirugía al tratamiento curativo y profiláctico de la arterial y tromboembolismo venoso; a evitar el tromboembolismo pulmonar, para previr el tromboembolismo pulmonar durante el embarazo; ante el desarrollode enfermedades arteriales periféricas, etc.