MADRID, 9 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un estudio internacional, en el que ha participado el dermatólogo canario Francisco Jiménez Acosta ha demostrado que el trasplante de folículos pilosos rejuvenece las cicatrices.
En concreto, en un estudio reciente realizado en cicatrices de tres voluntarios sanos se observó que, tras trasplantar folículos pilosos a cicatrices cutáneas, estas adoptaron una forma más similar a la piel sana no dañada, albergando nuevas células y vasos sanguíneos, remodelando el colágeno e incluso expresando genes que se encuentran más en la piel sana y sin cicatrices.
Estos hallazgos podrían conducir a mejores tratamientos en los procesos de cicatrización, lo que genera nuevas esperanzas para aquellos pacientes que presentan cicatrices extensas que pueden afectar a la función de algunos órganos y provocar discapacidad.
La autora principal de este estudio, la doctora Claire Higgins, del Departamento de Bioingeniería del Imperial College London (Reino Unido), apunta que "tras la cicatrización, la piel normalmente nunca llega a recuperar las funciones previas a la herida y, hasta el momento, todos los esfuerzos para remodelar las cicatrices han tenido malos resultados". "Sin embargo, estos nuevos hallazgos sientan las bases para nuevas terapias que podrían rejuvenecer incluso cicatrices maduras, además de ayudar potencialmente a remodelar cicatrices y restaurar las funciones que tenía la piel sana", argumenta.
Los investigadores del Imperial trabajaron en colaboración con el doctor Francisco Jiménez Acosta, dermatólogo y cirujano de trasplante capilar de la Clínica Mediteknia y Profesor de investigación de la Universidad Fernando Pessoa Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria. Este equipo trasplantó folículos capilares en las cicatrices maduras del cuero cabelludo de tres pacientes voluntarios. Los investigadores seleccionaron el tipo de cicatriz más común, denominado cicatriz normotrófica, que se suele desarrollar tras una cirugía. Este trabajo de investigación se acaba de publicar en la revista científica 'Nature Regenerative Medicine'.
LA ESPERANZA ESTÁ EN EL CABELLO
En la piel, el tejido cicatricial carece de pelo, glándulas sudoríparas, vasos sanguíneos y nervios, todos ellos vitales para regular la temperatura corporal y detectar el dolor y otras sensaciones. Además, la cicatrización también puede afectar al movimiento e incluso causar molestias y malestar emocional.
En comparación con el tejido cicatricial, la piel sana está constantemente sometida a un proceso de renovación por parte del folículo piloso. La piel con vello cura más rápido de sus heridas que la piel sin vello, y los trasplantes de folículos pilosos ya demostraron con anterioridad su capacidad de ayudar a la cicatrización de heridas. Inspirándose en esto, los investigadores se plantearon la hipótesis de que trasplantar folículos pilosos en crecimiento en el tejido cicatricial podría inducir a las cicatrices a remodelarse y mejorar.
Después del trasplante de los folículos en las cicatrices del cuero cabelludo de los tres pacientes, se analizaron al microscopio biopsias de tres milímetros de espesor procedentes de las cicatrices justo antes del trasplante y, de nuevo, a los dos, cuatro y seis meses del mismo.
De esta forma, los investigadores pudieron comprobar cómo los folículos propiciaron profundos cambios en la arquitectura y genómica de las cicatrices, más propios de un perfil de piel sana y sin lesiones.
ARQUITECTOS DE LA PIEL
Después del trasplante de los folículos pilosos en la cicatriz, los folículos continuaron produciendo cabello e induciendo la restauración de las diferentes capas de la piel. La cicatrización hace que la capa más externa de la piel, la epidermis, adelgace, haciéndola vulnerable a los desgarros. Seis meses después del trasplante, la epidermis había doblado su grosor e incrementado el crecimiento celular, lo que permitió alcanzar un grosor similar al de la piel sana.
La siguiente capa de la piel, la dermis, está poblada de tejido conectivo, vasos sanguíneos, glándulas sudoríparas, nervios y folículos pilosos. Normalmente, en la cicatriz, la dermis presenta menos células y vasos sanguíneos, pero tras el trasplante, el número de células se había duplicado a los seis meses y el número de vasos sanguíneos había casi alcanzado los niveles de una piel normal a los cuatro meses. Esto demuestra que los folículos propiciaron el crecimiento de nuevas células y vasos sanguíneos en las cicatrices, los cuales eran incapaces de conseguir sin ayuda.
La cicatrización también aumenta la densidad de fibras de colágeno --una estructura de gran importancia en la piel--, lo que hace que se alineen de forma que el tejido cicatricial presente una mayor rigidez que el tejido sano. Los trasplantes capilares redujeron esa densidad de las fibras, lo que permitió formar un patrón de tejido entrelazado que redujo la rigidez, un factor clave en los desgarros y la incomodidad.
Ahora los investigadores se encuentran trabajando para descubrir los mecanismos subyacentes, de forma que puedan desarrollar terapias que remodelen el tejido cicatricial hacia una piel sana, sin necesidad de tener que recurrir al trasplante de folículos pilosos ni al crecimiento de los cabellos. De esta forma, más adelante podrán testar sus hallazgos en piel sin pelo o en órganos como el corazón, que puede presentar cicatrices tras un ataque cardiaco, o el hígado, que puede sufrir cicatrices a causa de la enfermedad del hígado graso y de la cirrosis.
"Esto tiene aplicaciones obvias en la mejora de la autoestima de la gente, pero nuestro enfoque va más allá de lo cosmético, ya que hay que tener en cuenta que el tejido cicatricial puede generar problemas en todos nuestros órganos", apunta Higgins.
"Mientras que los actuales tratamientos para las cicatrices, como los factores de crecimiento, se centran solamente en un único aspecto de la cicatrización, nuestro nuevo enfoque aborda múltiples aspectos, ya que el folículo piloso probablemente proporciona múltiples factores de crecimiento, todos al mismo tiempo, que propicia la remodelación del tejido cicatricial. Esto brinda más apoyo al uso de tratamientos como el trasplante capilar, que altera la propia arquitectura y la expresión genética de las cicatrices para restaurar sus anteriores funciones", ha finalizado.