MADRID, 25 Dic. (EDIZIONES) -
Además de los problemas estéticos que ocasiona el morderse las uñas, este mal hábito puede alterar la forma de los dientes o afectar a la salud ungueal ya que éstas no crecen bien por el continuo mordisqueo al que son sometidas, a la vez que se crean microtraumatismos a lo largo de todo el lecho ungueal (la parte que se encuentra bajo las uñas), alterándose así su anatomía. También se ocasionan daños alrededor de la uña, pequeñas heridas, que hacen que el dedo se inflame y duela.
Hay pocos estudios publicados que analicen la frecuencia de este problema en la población general. Se estima que oscila entre un 20-45%. Se inicia en la niñez, pero es más frecuente en la adolescencia. Su persistencia en la edad adulta hace más difícil su control y tratamiento. Se cree que más de la mitad de los niños escolarizados se muerden sus uñas de forma ocasional o frecuente. Además, es habitual que exista una historia familiar de onicofagia.
Así lo afirma en una entrevista con Infosalus la doctora Lourdes Navarro Campoamor, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y dermatóloga del Hospital Beata María Ana, quien también subraya que este hábito repetido puede producirse de forma automática e inconsciente, o bien compulsiva.
"Los trastornos de conducta o comportamiento hacia la uña o trastornos de tipo tic ungueales incluyen la 'onicofagia', la 'onicotilomanía' y la deformidad en hábito tic. La 'onicotilomanía' es un trastorno psicodermatológico que se caracteriza por una repetitiva manipulación de todo el aparato ungueal, bien con los propios dedos de las manos o con otros instrumentos. La 'onicotilomanía', además, puede manifestarse asociada a onicofagia y la deformidad en hábito tic, y las formas más severas se pueden asociar a trastorno obsesivo-compulsivo, fobias o depresión", alerta la especialista en uñas.
Así, enumera los principales peligros a los que te expones si te muerdes las uñas de forma reiterada:
1.- Cambios en la morfología de la uña (uñas de menor tamaño, acortadas, de superficie rugosa y más finas)
2.- Alteraciones en la coloración (por traumatismo de repetición en la zona proximal de la uña que se manifiesta con zonas con pigmentación oscura e incluso áreas de hemorragia)
3.- Inflamación de la piel que rodea a la uña (que se vuelve roja y edematosa o hinchada)
4.- Infección secundaria por bacterias, hongos y virus.
5.- Son menos habituales la aparición de osteomielitis de la falange distal del dedo de la mano, la reabsorción de la raíz del diente debido a la fuerza del mordisqueo y los daños en las encías.
6.- En los niños que se muerden muy repetitivamente las uñas se ha encontrado un aumento de enterobacterias en la flora bacteriana de la boca.
MORDERSE LAS UÑAS Y ANSIEDAD
Según advierte la doctora Navarro, la onicofagia o morderse las uñas con frecuencia puede ocurrir en situaciones de excitación, ansiedad o estrés, o bien en estados de aburrimiento o inactividad.
"Algunas personas lo hacen de forma automática mientras están ocupados en otra actividad. Sin embargo, para otros es un hecho intencional, es decir, dejan de hacer cosas por morderse las uñas. En determinadas ocasiones hay personas que notan más tensión antes de morderse las uñas que la sensación de placer posterior. Hay trabajos que indican una mayor prevalencia de ansiedad y trastornos de conducta entre las personas que se muerden las uñas", remarca.
De hecho, es tan adictivo para algunas personas que incluso se comen la piel que rodea las uñas. Navarro señala en este sentido que la onicofagia es una conducta "repetitiva, recurrente y persistente" para la que es "difícil e incluso a veces imposible" ejercer un control voluntario sobre ella.
"Las personas que se muerden las uñas presentan unos rasgos variables de carácter, desde personas normales sanas que ocasionalmente se muerden las uñas a aquellas que presentan algún trastorno neuropsiquiátrico que les hace dañar la uña y la piel que la rodea regularmente. La succión del dedo y la onicofagia son consideradas como una dificultad en la evolución de la fase oral del desarrollo psicológico del niño", añade la miembro de la AEDV.
A la hora de superar la onicofagia, la dermatóloga recomienda diferentes pautas, como por ejemplo, la aplicación de productos sobre la uña y en la zona periungueal, que éstas tengan un sabor amargo para evitar el contacto con la boca por el gusto desagradable. "El vendaje de los dedos con esparadrapo actuaría de barrera y obstaculizaría el acceso a morderse las uñas. Se ha propuesto el tratamiento con N-acetilcisteína a altas dosis y psicofármacos. En ocasiones se utilizan tratamientos conductuales que modifican el comportamiento ante determinadas situaciones", sentencia Navarro.