MADRID, 26 Dic. (EUROPA PRESS) -
Expertos de la Sociedad Española de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial (SEDO) han recomendado que la primera visita al ortondoncista sea a los 6 años, y aconsejan las vacaciones de Navidad como el momento propicio para realizarla.
Preferiblemente, han advertido, la primera visita no debe retrasarse más allá de los 7 años, ya que esa es la edad en la que salen los primeros molares definitivos, por lo que es el momento ideal para una detección temprana de posibles problemas.
Es importante tener en cuenta que la ortodoncia no sólo alinea dientes, sino que también trata aquellas irregularidades en el crecimiento de los huesos del maxilar y la mandíbula, favoreciendo que los dientes encajen bien entre ellos.
"Cuando la malformación es muy evidente ya suelen ser los propios padres los que consultan, pero hay otros casos en los que se producen irregularidades en el crecimiento del maxilar o de la mandíbula que un ortodoncista puede diagnosticar a tiempo, evitando que en el futuro los pequeños tengan que someterse a ortodoncia y, en muchos casos, a una operación de cirugía ortognática", ha señalado el presidente de la SEDO, Juan Carlos Pérez Varela.
Si los dientes encajan mal, pueden generar problemas de mordida, que, a su vez, pueden originar problemas de equilibrio, dolores de cabeza, espalda, cuello u oídos. A su vez, si la mandíbula y el maxilar no están en armonía pueden causar afecciones funcionales relacionadas con la respiración, la masticación o las articulaciones.
Los expertos han recordado que, cuando las maloclusiones son dentarias se pueden solucionar en cualquier momento con brackets o alineadores transparentes, pero cuando son esqueléticas es cuando es importante diagnosticarlas de manera temprana para que el ortodoncista determine el momento más adecuado para intervenir de un modo más rápido y sencillo.
Cuando se produce el síndrome del ATM, que aparece cuando la articulación temporomandibular se carga, debido a que los dientes superiores e inferiores no encajan bien, "se pueden producir cefaleas, dolores en diversas zonas de la cara, del cuello u oído, que muchos pacientes padecen y que no relacionan con morder mal", ha concluido el presidente de la SEDO.