MADRID 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
La primavera es la estación del año más complicada para los pacientes que sufren rosácea, una enfermedad dermatológica cuyas causas son aún desconocidas y que afecta en España a un 10 por ciento de las personas, entre 20 y 50 años, según han comentado desde la Clínica Dermatológica Sánchez del Río.
La rosácea crónica de la piel puede causar 'flushing' y rojeces en la cara, protuberancias y venas vasculares. Con el tiempo, los brotes pueden aumentar y la piel puede adoptar una textura rugosa, de piel de naranja. Debido a su naturaleza altamente visible, la rosácea causa fuertes molestias a los pacientes.
Esta enfermedad cutánea puede comenzar a manifestarse durante la infancia o en los primeros años de la adolescencia y se agrava en la edad adulta debido a los cambios en el estilo de vida, la alimentación y los factores psicológicos. Es más común en las mujeres que en los hombres, especialmente durante la etapa de la menopausia.
"La primavera es la temporada en la que la rosácea empeora debido al aumento de la exposición al sol y al viento, a los cambios de temperatura y a las actividades al aire libre. Por eso, es importante que las personas que padecen de esta alteración protejan su piel durante este periodo con algún protector solar, sombreros o fulares (tanto si hace frío como calor), pero además hay que tener cuidado con las alergias, ya que pueden causar brotes de rosácea en muchos pacientes2, han detallado desde la clínica.
Los tratamientos para la rosácea se centran en tres categorías claves: la educación del paciente, el cuidado de la piel y la intervención de un profesional dermatológico. En este sentido, los expertos han asegurado que resulta beneficioso para su bienestar psicológico tranquilizar a los pacientes explicándoles la naturaleza benigna de la condición de su piel.
Para las personas que padecen esta enfermedad es esencial utilizar fotoprotectores y cremas hidratantes, ya que la piel con rosácea sufre una pérdida de agua transepidérmica. De igual manera, deben evitar ciertos desencadenantes de la enfermedad como el viento, las altas y bajas temperaturas, hacer ejercicio, la comida picante, el alcohol, las bebidas calientes y el estrés físico y psicológico.