MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
El 11 por ciento -más de 5 millones- de la población española padece el síndrome del ojo seco, una de las principales causas de las consultas al oftalmólogo - según se ha puesto de manifiesto durante el 25 Congreso Internacional de Optometría, Contactología y Óptica Oftálmica.
En concreto, este aparece cuando hay una mala lubricación e hidratación del ojo, porque no hay cantidad suficiente de lágrima o ésta no es de buena calidad. Por lo que la falta de hidratación en el ojo ocasiona molestias que afectan en el día a día, como, por ejemplo, irritación, escozor, enrojecimiento, sensación de quemazón o no poder eliminar las pequeñas partículas o microrganismos que entran en el ojo y mantener una buena visión.
"Para los casos leves de ojo seco que se deban al uso del ordenador, la lectura, el trabajo escolar y otras causas exógenas, el mejor tratamiento es simplemente usar, de manera frecuente, lágrimas artificiales u otras gotas lubricantes para los ojos." Aconseja Alicia Escuer, directora técnica y de formación de Óptica Universitaria para aplicar en el día a día e intentar prevenir el síndrome del ojo seco.
Además, explica que "mantener una buena higiene de las glándulas lacrimales, es decir, limpiarlas como mínimo una vez al día, ya sea con una toallita o un disco de algodón nos ayudará a mantener una mejor hidratación en nuestros ojos, sobre todo al usar maquillaje".
Escuer remarca también la importancia de forzar el parpadeo durante breves períodos de tiempo, ya que este gesto ayuda a regular la hidratación y la sequedad de los ojos, aspectos que se ven afectados con el uso de pantallas o durante la lectura.
También aconseja el uso de filtros específicos para pantallas y el uso de gafas de sol con cristales homologados, incluso en invierno o en días nublados, así como evitar ambientes con polución, humo de tabaco o un exceso de aire acondicionado o calefacción.
"El síndrome del ojo seco suele afectar a personas mayores de 50 años, debido a la relación directa que guarda con los cambios hormonales. Estos cambios provocan que la calidad de la lágrima del ojo sea menor y menos constante", ha explicado Escuer.