MADRID, 29 Mar. (EDIZIONES) -
La pandemia está haciendo mella en todos los aspectos de nuestra vida, entre ellos en nuestro peso. Especialmente porque nos movemos menos, debido a las restricciones que todos debemos seguir, pero también por ese llamado 'hambre emocional', que nos lleva a calmar nuestra ansiedad con comida.
Según destaca el jefe del servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor (Madrid), el doctor Javier Quintero Gutiérrez del Álamo, en una entrevista con Infosalus, ya no solo estamos comiendo más de la cuenta en esta pandemia al estar más tiempo en casa y teletrabajar, donde nos es más fácil visitar el frigorífico e ir picoteando, o comer por aburrimiento, sino que también en esta época se están incrementando los problemas de alimentación serios, los trastornos de conducta alimentaria, especialmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes.
Los jóvenes están muy castigados por la pandemia con las restricciones, según apunta el especialista, y para ellos "nunca antes ha significado tanto el grupo como ahora", al mismo tiempo que subraya que "la distancia social les está machacando", así como la falta de posibilidades a la hora de realizar actividad física, tan fundamental en esta etapa de su vida.
"Se está produciendo un incremento significativo de casos de jóvenes que no solo comen más de la cuenta sino que han aumentado también las conductas alimentarias disfuncionales, alteradas. No solo aparece el hambre emocional, pagan el aburrimiento y la falta de movilidad con la nevera, sino que también se están produciendo desorganizaciones reales con la alimentación", mantiene.
Asimismo, el también director de los Centros especializados en Psicología y Psiquiatría Psikids (Madrid) revela que, sobre todo en chavales jóvenes, ese malestar emocional les está llevando también a comer mucha cantidad y con una sensación de pérdida de control, lo que se define por 'atracón', "parecido a la bulimia, pero sin los vómitos posteriores ni acciones perjudiciales para la salud posteriores al acto de comer".
Especialmente estos atracones señala que tienen lugar por la noche, y justifica su aparición en que, desde el punto de vista fisiológico, con la caída de la noche nos relajamos y con ello ese sistema de alerta que mantenemos activo durante todo el día, más en pandemia, de forma que se intenta compensar con los atracones esa sensación de pérdida de control. Hasta la pandemia, el doctor Quintero precisa que los atracones eran más frecuentes en personas de mediana edad, y sobre todo mujeres.
¿POR QUÉ COMER NOS CALMA?
Precisamente, el especialista del Hospital Universitario Infanta Leonor acaba de publicar 'Pienso, luego como (demasiado)' (Shackleton), un manual con el que pretende ayudar a la población a comprender el impacto de las emociones en el sobrepeso, al tiempo que aporta una serie de pautas para aprender a controlarlo de forma consciente.
Preguntado sobre por qué comer nos puede calmar, y qué es esto del hambre emocional, el psiquiatra detalla que nuestro cerebro tiende a confundir muchas veces la sensación de hambre con la ansiedad porque previamente le hemos enseñado a calmar esa sensación con alimentos palatables, es decir, productos ricos en sal, azúcares o grasa, que al consumirse se activa el 'circuito recompensa', por el que momentáneamente sentimos bienestar, sin resolver realmente el problema.
"Con el hambre emocional engañamos al cerebro que confunde esa sensación de malestar emocional, que podemos ubicar fisiológicamente como hambre, cuando realmente necesitamos otra cosa distinta", afirma Quintero.
A la hora de identificar la ansiedad o hambre emocional de ese hambre fisiológico o real, el doctor recomienda que, cuando sintamos esas ganas de comer, intentemos retrasar el momento de hacerlo: "Si es hambre fisiológica, la sensación va a más, y si es emocional se diluye o mantiene con el paso del tiempo".
En caso de que se mantenga esa sensación de hambre, el director de los Centros especializados en Psicología y Psiquiatría Psikids aconseja optar por alimentos saludables, decantarse por la fruta o por un palo de zanahoria, por ejemplo. "Al hambre emocional esto no le satisface porque nos pide algo que active el circuito de recompensa, mucha grasa, sal o azúcar, esa falsa sensación de bienestar al fin y al cabo", remarca el experto.
Con ello, sugiere igualmente trabajar en la educación nutricional, en tener nuestra rutina e intentar buscar siempre una alimentación ordenada y equilibrada, basada en 4-5 comidas al día, y si no sabemos cómo comer mejor, pedir siempre ayuda a un profesional, a un dietista-nutricionista.
Después, el psiquiatra advierte de que si las cosas emocionalmente no van bien, lo interesante sería intentar identificar cuáles son esas emociones que nos están generando una dificultad mayor y, si por nuestra cuenta no somos capaces, consultarlo igualmente con un especialista que nos pueda ayudar y guiar.
"Si trabajamos el autocuidado, dormimos bien, llevamos una dieta saludable, y realizamos ejercicio, la mayor parte de dificultades mejorarán. Cierto es que esta situación de pandemia es anormal y hace que ese estrés emocional mantenido en el último año sea muy alto. Realmente cada uno expresa su malestar como puede", sentencia el doctor Javier Quintero.