MADRID, 17 Ago. (EUROPA PRESS) -
La profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Montserrat Lacalle Sisteré, advierte de la extensión entre los adolescentes del trastorno conocido como "dismorfia del selfi", es decir, "compararse con imágenes retocadas o distorsionadas por filtros de redes sociales", y lo asocia a una baja autoestima de estas personas.
Según la experta, este trastorno dismórfico corporal (TDC) tiene su origen en el auge de las redes sociales (en especial las más visuales, como TikTok o Instagram). "Las fotos nos muestran como un ideal algo que no es perfecto y que no es la realidad. No me estoy comparando con la modelo de cuerpo perfecto, sino con un montaje de Photoshop", explica.
Al hilo, recuerda que, durante la adolescencia, es "básica" la comparación con otros. "Buscas grupos de iguales, buscas tu lugar. Los referentes externos son muy importantes. Si en esa búsqueda tienes referentes que no son reales, estamos perdidos: te comparas con algo que no existe y tu nivel de exigencia es tremendo", indica Lacalle.
LA TERAPIA PSICOLÓGICA, ESENCIAL
Así, detalla que la 'dismorfia del selfi' empieza a ser un TDC desde el momento en el que modifican las conductas de las personas afectadas, que a menudo buscan pasar por el quirófano. "Las asimetrías presentadas en ojos y fosas nasales se convierten en una obsesión para estos pacientes, que suelen estar infradiagnosticados y terminan pasando por quirófano cuando lo que necesitan es terapia psicológica", explica.
Las áreas que más preocupan a mujeres afectadas por el TDC suelen ser nariz, muslos, caderas y piel; en los hombres, cabello (alopecia), músculos y genitales. "El riesgo es que la operación se entiende como un medio para la resolución del problema cuando el problema es psicológico", indica por su parte Mireia Cabero Jounou, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Quienes padecen TDC suelen presentar unos síntomas concretos: conductas de camuflaje que alteran su día a día, con maquillaje o adoptando ángulos o posturas que les favorecen; comparación con uno mismo y con los demás; verificación (se miran compulsivamente al espejo); aseo e higiene excesivos; pellizcarse la piel; inseguridad; baja autoestima y conductas evitativas (cancelar citas, por ejemplo, para no ser juzgados).