MADRID 16 Nov. (EUROPA PRESS) -
El método por el cual un bebé fue dado a luz está asociado con la forma en que su sistema inmunológico responderá a dos vacunas infantiles clave, sugiere una investigación publicada en la revista 'Nature Communications'.
Los bebés nacidos de forma natural presentan mayores niveles de anticuerpos que los nacidos por cesárea tras recibir las vacunas que protegen contra las bacterias que causan infecciones pulmonares y meningitis.
Los expertos afirman que los resultados podrían ayudar a informar sobre las conversaciones entre las futuras madres y sus médicos acerca de las cesáreas, y dar forma al diseño de programas de vacunación más adaptados.
Los investigadores estudiaron la relación entre los microbios intestinales y los niveles de anticuerpos tras la vacunación en una cohorte de 120 bebés, que fueron vacunados a las 8 y 12 semanas contra las infecciones pulmonares y la meningitis.
Los investigadores siguieron el desarrollo del microbioma intestinal en el primer año de vida del niño y su respuesta inmunitaria a las vacunas analizando muestras de saliva a los 12 y 18 meses.
La investigación fue realizada por un equipo de la Universidad de Edimburgo (Reino Unidos), y el Hospital Spaarne y el Centro Médico Universitario de Utrecht y el Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos.
En los 101 bebés sometidos a pruebas de anticuerpos como resultado de la vacuna que protege contra las infecciones pulmonares, los investigadores encontraron el doble de niveles de anticuerpos en los bebés que nacieron por parto natural en comparación con los que nacieron por cesárea.
La lactancia materna se relacionó con niveles de anticuerpos 3,5 veces más altos en comparación con los niños alimentados con leche artificial que habían nacido de forma natural.
Se analizaron los niveles de anticuerpos como resultado de la vacuna que protege contra la meningitis en 66 bebés. Los expertos descubrieron que los niveles de anticuerpos eran 1,7 veces mayores en los bebés nacidos por parto natural, independientemente de la lactancia, en comparación con los nacidos por cesárea.
El microbioma intestinal se siembra al nacer, se desarrolla rápidamente durante los primeros meses de vida y está influenciado principalmente por el modo de parto, la lactancia materna y el uso de antibióticos.
El equipo encontró una clara relación entre los microbios del intestino de esos bebés y los niveles de anticuerpos. Por ejemplo, entre una serie de bacterias del intestino, los niveles elevados de dos en particular --'Bifidobacterium' y 'E. Coli'-- se asociaron con una elevada respuesta de anticuerpos a la vacuna que protege contra las infecciones pulmonares.
Los niveles elevados de 'E. Coli' también se relacionaron con una alta respuesta de anticuerpos a la vacuna que protege contra la meningitis. El bebé adquiere las bacterias 'Bifidobacterium' y 'E. Coli' a través del nacimiento natural y la leche humana es necesaria para proporcionar los azúcares con los que estas bacterias se desarrollan.
El equipo concluye que el microbioma de los bebés en los primeros años de vida contribuye a la respuesta del sistema inmunitario a las vacunas y establece el nivel de protección contra ciertas infecciones en la infancia.
Según los expertos, en el futuro se podrían ajustar los calendarios de vacunación en función del modo de parto o del análisis del microbioma del bebé.
La doctora Emma de Koff, primera autora y estudiante de microbiología en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam, explica que esperaban encontrar una relación entre el microbioma intestinal y las respuestas de los bebés a las vacunas, "sin embargo nunca pensamos encontrar los efectos más fuertes en las primeras semanas de vida", reconoce.
Por su parte, la profesora Debby Bogaert, directora del estudio y catedrática de Medicina Pediátrica de la Universidad de Edimburgo, considera "especialmente interesante haber identificado varios microbios beneficiosos como el vínculo entre el modo de administración y las respuestas a la vacuna".
"En el futuro, podríamos complementar esas bacterias a los niños nacidos por cesárea poco después del parto mediante, por ejemplo, trasplantes fecales de madre a bebé o el uso de probióticos específicamente diseñados", concluye.