¿Cómo puede ayudar la familia a una persona que sufre un trastorno alimentario?

Archivo - Joven morena, anorexia nerviosa o bulimia. Dieta, trastorno de conducta alimentario
Archivo - Joven morena, anorexia nerviosa o bulimia. Dieta, trastorno de conducta alimentario - MARHARYTA MARKO/ ISTOCK - Archivo
Actualizado: jueves, 31 julio 2025 15:26

   MADRID, 31 Jul. (EUROPA PRESS) -

   Según la Organización Mundial de la Salud, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia y la bulimia nerviosas, suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud; afectan a un 0,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y a un 0,4% de los de 15 a 19 años, y son más frecuentes en las adolescentes que en los varones.

   Estos trastornos se manifiestan con conductas alimentarias anormales y preocupación por la alimentación y, en la mayoría de los casos, por el peso y la figura corporales. Los jóvenes que presentan trastornos alimentarios ven dañada su salud y, a menudo, tienen también depresión, ansiedad y problemas con el consumo indebido de sustancias. La anorexia nerviosa puede llevar a la muerte prematura, a menudo debido a complicaciones médicas o al suicidio, y se asocia a una mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental.

   En este sentido, la psicóloga y directora de la Unidad de Terapia Familiar de Instituto Centta, María Bustamante, argumenta que a pesar de que la familia pueda considerar que es imposible ayudar a la persona aquejada, "es recomendable que no deje de intentar un acercamiento para entender esta enfermedad y las necesidades que la persona afectada por el TA puede estar teniendo". Sin embargo, si se tratarse de un trastorno grave, recomienda la búsqueda de ayuda profesional experta en este tipo de patología.

   Así, sin pretender que estas recomendaciones sustituyan un tratamiento psicoterapéutico, sino proponer ideas para entrenar ciertas habilidades favorecedoras en la línea saludable, ofrece algunas pautas para tratar con estos casos que engloba en dos tendencias: bajar la tensión de las interacciones y aumentar los escenarios de seguridad amable. Para ello, insiste en la importancia de evitar conductas basadas en el control y practicar las fundamentadas en el cuidado.

¿Cómo reducir la tensión en las interacciones de la convivencia?

   Para lograr esta primera tendencia, la experta aconseja, por ejemplo, comunicar de manera transparente, directa y constructiva; eliminar comentarios que juzgan, pronostican, amenazan o aconsejan; gestionar emociones sin descargarlas en otros, lo que supone asumir las emociones sin pretender depositarlas en los demás; o revisar el lenguaje no verbal para evitar transmitir hostilidad, juicio o descalificación.

   Asimismo, recomienda evitar interacciones basadas en el control y sustituirlas por el cuidado; ofrecer espacios de encuentro que sean seguros para la persona enferma, aprovechando la posibilidad de las vacaciones para conectar con espacios relajados como la naturaleza, sin ninguna necesidad de logro, aprendiendo a estar sin tener que hacer; ayudarle a conectar con el vacío de no tener nada que hacer, solo descansar y cuidarse; practicar la pausa, el ritmo tranquilo y paciente; o practicar relajaciones, actividades de descanso, contemplar un paisaje bonito o una puesta de sol en compañía de la persona afectada por la enfermedad.

¿Cómo incrementar los escenarios de seguridad amable?

   En este caso, la psicóloga considera importante practicar la escucha respetuosa con una actitud de curiosidad amable para fomentar la capacidad de reflexión en el paciente; mantener una actitud de equipo frente a la enfermedad, priorizando el vínculo con nuestro ser querido, evitando caer en trampas como juzgar, discutir, alejarse o desconectar; o planificar y coordinar a través de negociaciones sin presión, siempre desde el cariño y la preocupación.

   Igualmente, puede ayudar el hecho de escuchar las inquietudes que despiertan ciertos retos que se sienta capaz de compartir; no esperar más cambio del que la paciente pueda dar para evitar desmotivación e idea de fracaso; o intentar reducir su soledad, miedo y aislamiento con intención genuina de conectar y propuestas sencillas exentas de responsabilidades como un paseo, conectar con la naturaleza, tomar unas fotografías, visitar algún lugar deseado o un ser querido.

   También, aconseja buscar temas de conversación interesantes, constructivos y motivantes, sin prisas ni presión; promover encuentros seguros y sanos desde donde crear confianza y conexión; Nutrir emocionalmente, mostrando reconocimiento, validación, ternura, cariño y apoyo a la capacitación para reanudar la evolución estancada por la enfermedad; y resaltar capacidades aunque estén ocultas por la enfermedad.

   Por último, la psicóloga María Bustamante nos recuerda que "en el caso de que la paciente necesite un ingreso, como una manera de contener la situación y evitar riesgos, la familia también puede aprovechar el tiempo del que se dispone para recabar información capacitante; ponerse en manos de un equipo multidisciplinar desde el que coordinar con su familiar afectado; aprender a reconstruir la confianza, el vínculo que el trastorno acaba dañando y adquirir hábitos de autocuidado para poder estar lo más disponible posible cuando se requiera el apoyo familiar".

   "La familia es parte de la solución cuando aprende a distinguir lo que alimenta al trastorno de lo que nutre a su ser querido, porque su ser querido va a necesitar del apoyo familiar", concluye.

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