SAN LORENZO DE EL ESCORIAL, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -
Diferenciar entre el proceso de eutanasia y la donación de órganos es algo en lo que los médicos hacen especial hincapié cuando una persona solicita la prestación de la ayuda para morir, algo que Ana, paciente de espina bífida que donó sus órganos tras someterse a este proceso a sus 27 años, ya comprendía desde pequeña gracias a la educación de sus padres, Puri y Salvador, quienes le inculcaron la idea de que la donación era "algo importante y digno de hacerse".
Durante el XX Encuentro entre Profesionales de la Comunicación y Coordinadores de Trasplantes, organizado por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Puri y Salvador han relatado que su hija tomó esta decisión tras conocer que no iba a curarse ni mejorarse, y que seguramente moriría asfixiada, sufriendo un enorme dolor que no se calmaba ni con cuidados paliativos.
Este momento coincidió justo cuando otro de sus familiares logró encontrar un donante de pulmón y recuperarse de su enfermedad, lo que hizo que se encontrase "especialmente motivada" al saber que su donación "iba a servir a alguien", tal y como ocurrió con su pariente.
Durante 2024, otras 154 personas (13 por ciento de las que piden la prestación de la ayuda para morir) pensaron de la misma forma que Ana y donaron sus órganos tras fallecer por eutanasia, lo que posibilitó que otras 442 personas recibieran un trasplante.
"Sabía perfectamente diferenciar que la situación de la eutanasia era una cosa y la donación de órganos era otra (...) cuando ella falleciera quería que sus órganos sirvieran para algo, lo dijo así de claro: 'ya que a mí no me van a servir, por lo menos que alguien pueda tener una vida que yo no voy a tener'", han detallado.
Tal era su motivación que entre sus principales preocupaciones, además de la muerte, era saber si iba a "haber suerte" y que todos sus órganos sirvieran para donar, pues su medicación tan intensa podía hacer que su hígado no fuese apto.
"Y nosotros le decíamos: 'Ana, lo que puedas donar'. Pero ella estaba ahí con la cruzada que quería servir para la mayor cantidad posible de personas", han incidido sus padres.
ESCUCHAR EL PITIDO FINAL
Una las cosas que más le marcaron a Salvador el día del fallecimiento de Ana fue el pitido que marcaba los latidos de su corazón en el quirófano, un sonido que "no se le olvidará nunca".
"Después de despedirnos, al cabo de dos horas volvimos al quirófano. Ella ya estaba lógicamente sedada. Cuando ya se administra la medicación para que el corazón vaya ya dejando de latir, pues tú vas oyendo el 'pipí' al principio de una manera más o menos normal, cada vez más espaciada, más lenta, hasta que finalmente ya dejas de escuchar", ha contado.
Al salir del quirófano, los padres de Ana reflexionaron sobre cómo habían escuchado el pitido final del corazón de su hija, pero que ese corazón volvería a latir y "dar la oportunidad de mejorar la vida a otra persona", si bien el pitido inicial de ese latido no iban a ser capaces de escucharlo.
El ejemplo de Ana hizo que sus familiares y su grupo de amigos se hayan concienciado al respecto, y que muchos de ellos se hayan hecho donantes, algo que "ella ha dejado" como legado.
AGRADECIMIENTO AL EQUIPO QUE HAY DETRÁS
Tanto Salvador como Puri han querido destacar al grupo de profesionales que hay detrás de un proceso de este tipo y que se produzca en las condiciones "adecuadas", como el equipo liderado por el coordinador de trasplantes del Hospital Universitario Gregorio Marañón, Braulio de la Calle, también presente durante la ponencia.
Justo antes de anestesiarla, Ana tuvo un gesto que "emocionó mucho" tanto a sus padres como al equipo médico, agradeciéndoles el trabajo que iban a hacer y pidiendo perdón por la cantidad de trabajo que les iba a dar.
"Cuando ya iban a dormirla, el anestesista nos dijo despediros (...) entonces de repente dijo: 'espere, espere'. Y de repente se quedó mirando a todos y les dijo: 'quiero darles las gracias por lo que vais a hacer, lo que vais a hacer. Pero también quiero pediros perdón. Porque con vuestro trabajo hoy, vais a conseguir que yo cumpla el sueño desde pequeña de poder donar mis órganos. Y siento el trabajo que os voy a dar hoy. Os voy a hacer trabajar mucho'", han descrito.
Por último, Salvador y Puri han destacado que ese gesto salió con "esa naturalidad" y tan solo dos minutos "antes de dormirse". "Así era Ana".