MADRID, 27 Sep. (EDIZIONES) -
Muchos padres se obsesionan con estimular a sus hijos para que sean lo más inteligentes posible cuando, quizás la mayor estimulación es dedicarles el tiempo que necesitan de nosotros como padres, como figuras de referencia.
Así lo advierte en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus el neuropsicólogo y doctor en Psicología Álvaro Bilbao, con motivo de la publicación de la edición 10º aniversario de su famoso libro 'El cerebro del niño explicado a los padres'.
"Los padres no deberíamos ser máquinas de estimular a nuestros hijos, pero sí ser capaces de enriquecerles, y de favorecer esa estimulación en su neurodesarrollo ¿cómo? Pasando tiempo con nuestros hijos, contándoles cosas nuevas, o leyéndoles mucho. Así, su deseo de aprender y de descubrir crece. Es como regalarles una autopista al conocimiento y desarrollo intelectual. Ese amor por el aprendizaje contagiado por los padres es un regalo para los hijos", defiende.
Habla de que las conversaciones, el juego, la convivencia en el día a día con los hijos pueden ser un factor "muy positivo" en el desarrollo, y por eso como experto destaca que es importante que entiendan que es igualmente importante el ayudar a nuestros hijos a trabajar la paciencia o el autocontrol. "Esto hará que resuelvan mejor los problemas, leerles cuentos favorecerá un mejor vocabulario en ellos, que es predictor de cociente intelectual, el hablarles de volúmenes, de formas y de tamaños puede ayudar a mejorar su capacidad matemática, por ejemplo", agrega.
LA IMPORTANCIA DE PONER LÍMITES
Insiste con ello Álvaro Bilbao que los niños no sólo aprenden de la experimentación y del juego libre, sino también de la instrucción, y pone el ejemplo de la hora de la comida, que en muchas casas genera situaciones realmente estresantes.
"Para comer tenemos que comer sentados a la mesa, cosa que no lo tienen tan claro muchos menores, y veo niños cuyos padres les dan la comida persiguiéndoles por la casa con 6 años, y no son capaces de estar sentados todos a la vez en la mesa", avisa.
Dice que en este contexto es muy importante reforzar lo que hacen los menores, es decir, reconocer lo que hacen, pero también fijar los límites, aunque siempre generan frustración en los menores, y un grado más de esfuerzo por parte de los niños. "El esfuerzo genera nuevas conexiones, aunque para los menores suele ser algo molesto y cansado, pero los límites son parte fundamental del desarrollo, el aprendizaje de normas", reitera este doctor en Psicología.
LA PARTE EMOCIONAL NO HAY QUE OLVIDARLA
Por otro lado, le preguntamos a este referente en crianza positiva la importancia de la inteligencia emocional en todo el neurodesarrollo de los menores, y nos explica que, si lo que queremos es que nuestros hijos sean inteligentes tenemos que favorecer, en primer lugar, que se sientan seguros y queridos. "Es lo que más le va a ayudar a que su cerebro pueda aprender y asimilar nueva información. Este tipo de niños son los que más apertura de mente tienen y a los que les es más fácil aprender y memorizar nueva información", remarca.
Es más, sostiene que los seres humanos, más allá de que somos seres humanos racionales, somos sobre todo seres emocionales y pone el claro ejemplo de que las decisiones más importantes de nuestra vida las tomamos con el corazón, y no con la cabeza, y nos hacen sentir bien. "Por eso muy importante que tengan ese contacto con sus emociones y no como antes, que tendían a suprimirse porque se veían que eran un obstáculo", afirma Álvaro Bilbao.
LA IMPORTANCIA DE LA FIGURA DE REFERENCIA
Finalmente, mantiene que para un adecuado desarrollo cerebral de los niños son fundamentales la conexión y la importancia esencial e irrenunciable de que se sienta conectado con un adulto, esa figura de apego primario, que le guiará a la hora de hacerse adulto: "Esto lo vemos en los animales, y en el ser humano hay la misma necesidad de tener alguien de referencia y a la hora de relacionarnos, de solucionar problemas. Esta figura solemos ser los padres".
Aparte, según apunta, otra herramienta fundamental es la empatía, el que pongamos palabras a sus emociones, porque dice que así como ellos descubren el mundo físico a través de sus manos y su boca, el mundo de las emociones sólo se puede descubrir cuando ponemos palabras a eso que sienten. "Cuanto más podamos matizar esas emociones desarrollaremos mejor esa inteligencia emocional de nuestros hijos", concluye este psicólogo.