MADRID 5 Abr. (EUROPA PRESS) -
Medicusmundi ha cuestionado los motivos de la tardanza en crear vacunas para otras enfermedades que causan "más estragos" que el Covid-19, la patología que ocasiona el coronavirus, como por ejemplo la malaria, cuyo volumen de contagios asciende a 230 millones y que tiene una mortalidad de casi medio millón de personas al año.
"Fue en 1880 cuando se descubrió la relación de la malaria con el parásito 'plasmodium' y 140 años más tarde seguimos sin vacuna", ha dicho la organización. A pesar de la complejidad del parásito que provoca esta enfermedad, que dificulta la consecución de una vacuna, se creó la denominada RTS,S, aprobada en 2015 por la Agencia Europea del Medicamento.
Sin embargo, su uso se limita a proyectos piloto en 275.000 menores en Malawi, Ghana y Kenia tras más de 20 años de investigación y desarrollo, y más de 10 de ensayos clínicos en África desde que se pusiera en marcha a finales de los ochenta.
Actualmente hoy se administra en niños menores de dos años y según el investigador y experto Pedro Alonso "no será la solución definitiva, pero tiene el potencial de salvar miles de vidas y contribuir al desarrollo económico y social de algunas de las zonas más desfavorecidas del planeta".
Otras enfermedades sin vacuna son el VIH/SIDA y el citomegalovirus (CMV) como enfermedades que afectan en el mundo entero, además del dengue y el Zika, que afectan a países de la franja subtropical. "Claramente los países que las necesitan no pueden invertir en ellas, por lo que la decisión de producirlas depende de las farmacéuticas y de la postura de las instituciones multilaterales", han dicho desde Medicusmundi.
En este sentido, y respecto al VIH, la organización ha señalado que al existir ya antiretrovirales que crean inmunidad y son muy rentables, muchos se preguntan para qué invertir en una vacuna que costará mucho más y a la larga será menos productiva.
ENFERMEDAD GLOBAL, COBERTURA GLOBAL Y UNIVERSAL
Por otro lado, la organización ha avisado de que ante una enfermedad global como la Covid-19 se debe asegurar una cobertura global y universal. "Si bien se ha hecho un esfuerzo y la colaboración entre científicos, industria y estados ha sido rápida en acortar tiempos para encontrar soluciones, es el momento de fomentar la cooperación y no la competición a la hora de producir y distribuir vacunas", ha dicho.
Y es que, prosigue, muchos países no saben cuándo van a recibir vacunas, otros no pueden seguir su programación de planificación por rupturas de stock de las compañías. La cifra mundial estimada de personas que deberían recibir esta vacunación es de 3.700 millones de personas, lo que visibiliza el esfuerzo que falta por hacer.
El 15 de marzo se habían utilizado 381 millones de dosis, pero entre América del Sur y África solamente le habían llegado el 9,5 por ciento de las mismas. Actualmente y la ONU, más de 130 países no ha recibido una sola dosis, y el 75 por ciento se ha concentrado en 10 países desarrollados.
"A medida que va pasando el tiempo, la brecha se agranda y la OMS ha advertido que si el virus se extiende sin obstáculos en algunas partes del mundo, las mutaciones y variantes pueden suponer una amenaza en todas partes", ha apostillado la organización.
Para ello la OMS creó en 2020 el Grupo de Acceso a la Tecnología Covid- 19 (C-TAP), un espacio donde compartir conocimientos y patentes para la producción de vacunas. Su objetivo es eliminar las barreras a la propiedad intelectual y compartir el 'know-how' del proceso de fabricación, y así aumentar el acceso a las tecnologías Covid-19 (medicamentos, vacunas y diagnósticos) con otras compañías farmacéuticas.
En pocas palabras, la C-TAP se puede utilizar para aumentar el número de fábricas para producir vacunas. Además, el aumento de la capacidad de producción conlleva una disminución en el precio, haciendo las vacunas más asequibles.
"Las vacunas a precios razonables son esenciales, especialmente porque los gobiernos han contribuido significativamente a su desarrollo a través del dinero público (concretamente 2.700 millones). Sería la solución estructural para proporcionar vacunas al Mecanismo Covax y asegurar así su distribución a todos los países que lo demanden. También se evitarían los problemas de suministros que estamos viendo debido a la limitada producción y a la especulación: cuanto más se fabrique, menos vulnerables somos ante la 'bigfarma' y el 'nacionalismo de vacunación'", han zanjado desde Medicusmundi.