Dormir poco y beber muchos refrescos, una relación causal

Joven refresco, insomnio
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Actualizado: viernes, 11 noviembre 2016 9:00

MADRID, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -

Las personas que duermen cinco o menos horas por la noche probablemente beberán más bebidas azucaradas con cafeína, como sodas y bebidas energéticas, según concluye un nuevo estudio de más de 18.000 adultos dirigido por científicos de la Universidad de California San Francisco (UCSF), en Estados Unidos.

Los autores enfatizan que aún no está claro si beber bebidas azucaradas hace que la gente duerma menos, o si la privación de sueño hace que las personas busquen más azúcar y cafeína para mantenerse despiertas, aunque la investigación anterior sugiere que ambos supuestos podrían ser verdad.

"Creemos que puede haber un circuito de retroalimentación positiva donde las bebidas azucaradas y la pérdida del sueño se refuerzan mutuamente, lo que hace más difícil a las personas eliminar su hábito poco saludable de consumo de azúcar", afirma el autor principal Aric A. Prather, profesor asistente de Psiquiatría en UCSF.

"Estos datos sugieren que mejorar el sueño de las personas podría ayudarles a salir del ciclo y reducir su ingesta de azúcar, que sabemos que está relacionado con la enfermedad metabólica", añade este investigador, cuyo trabajo se publica en la edición digital de este miércoles de 'Sleep Health' y se publicará en la edición de diciembre de la revista.

Un creciente cuerpo de investigación ha vinculado el consumo de bebidas azucaradas con el síndrome metabólico, un grupo de trastornos que incluyen azúcar en la sangre y exceso de grasa corporal, lo que puede conducir a la obesidad y la diabetes tipo 2.

FALTA DE SUEÑO Y RIESGO DE ENFERMEDAD METABÓLICA

La falta de sueño también se asocia con un mayor riesgo de enfermedad metabólica. Recientemente, varios estudios han relacionado los dos factores en niños en edad escolar, mostrando que los niños que duermen menos son más propensos a beber refrescos y otras bebidas azucaradas durante el día, señala Prather, que también es director asociado del Centro UCSF para la Salud y la Comunidad.

Para entender si se trata de un patrón más general en la población adulta, Prather y su equipo analizaron los registros entre 2005 y 2012 de 18.779 participantes en la 'Encuesta Nacional de Salud y Nutrición' (NHANES, por sus siglas en inglés), un estudio en curso de los hábitos dietéticos y el estado de salud a nivel nacional de una muestra representativa de adultos estadounidenses administrada por el Centro Nacional para las Estadísticas de Salud.

El estudio incluye informes de los participantes sobre cuánto duermen normalmente durante la semana de trabajo, así como su consumo total de varias bebidas, incluyendo bebidas azucaradas con cafeína y sin cafeína, zumos de fruta, bebidas con edulcorantes artificiales y café normal, té y agua.

Después de controlar una serie de factores sociodemográficos y variables de salud que podrían afectar al consumo de bebidas azucaradas y el sueño, los investigadores descubrieron que las personas que dormían cinco o menos horas por noche también bebían un 21 por ciento más de bebidas azucaradas con cafeína y bebidas energéticas no carbonatadas que los que dormían de siete a ocho horas por noche.

Las personas que dormían seis horas por noche regularmente consumían un 11 por ciento más de bebidas azucaradas con cafeína. Por otro lado, el equipo no encontró asociación entre la duración del sueño y el consumo de zumo, té o bebidas dietéticas. Prather subraya que la investigación anterior ha indicado firmemente que la privación del sueño aumenta el hambre, en particular el consumo de alimentos azucarados y grasos.

"Los que duermen pocas horas pueden buscar bebidas azucaradas y con cafeína para aumentar el estado de alerta y evitar la somnolencia diurna -propone--. Sin embargo, no está claro si tomar esas bebidas afecta a los patrones de sueño o si las personas que no duermen mucho están más impulsadas a consumirlas. Desafortunadamente, los datos del presente estudio no nos permiten sacar conclusiones sobre la causa y el efecto".

Además, según Prather, las cifras de duración del sueño en el estudio se basaron en la auto-información, lo que podría no reflejar con precisión los patrones de sueño verdaderos de los participantes. "Será importante realizar estudios adicionales con medidas más objetivas del sueño, como grabaciones de EEG [electroencefalografía] o monitorización del sueño -dice--. También necesitamos estudios prospectivos a largo plazo para entender mejor cómo el sueño y el consumo de bebidas azucaradas se afectan mutuamente con el tiempo".

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