MADRID 31 Jul. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos han demostrado por primera vez que un tipo de virus del papiloma humano (VPH), comúnmente presente en la piel, puede causar directamente un tipo de cáncer de piel llamado carcinoma cutáneo de células escamosas (CCEc) cuando ciertas células inmunitarias fallan. Los hallazgos se publican en 'The New England Journal of Medicine'.
El CCEc es uno de los cánceres más comunes en Estados Unidos y en todo el mundo. Anteriormente, los científicos creían que el VPH simplemente facilitaba la acumulación de mutaciones en el ADN causadas por la radiación ultravioleta (UV), generalmente la principal causa del CCEc. "Este descubrimiento podría cambiar por completo nuestra perspectiva sobre el desarrollo, y en consecuencia, el tratamiento, del carcinoma espinocelular (CES) en personas con una afección que compromete la función inmunitaria", exclama Andrea Lisco, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de los NIH. "Sugiere que podría haber más personas con formas agresivas de CES que presentan un defecto inmunitario subyacente y que podrían beneficiarse de tratamientos dirigidos al sistema inmunitario".
Existen muchos tipos diferentes de VPH, cada uno de los cuales tiende a infectar células en un tejido y una parte específicos del cuerpo. Los tipos de VPH que se encuentran principalmente en la piel (VPH beta) se consideran miembros benignos del microbioma cutáneo y no suelen integrarse en el ADN de las células cutáneas. Esto contrasta con los tipos alfa de VPH, que se sabe que se integran en el ADN de las células de las membranas mucosas y causan directamente cáncer de genitales, ano, cabeza y cuello.
Los investigadores de los NIH realizaron su descubrimiento en una mujer de 34 años que acudió al Centro Clínico de los NIH para la evaluación y el tratamiento de un carcinoma escamoso cSCC recurrente en la frente. Se había sometido a múltiples cirugías y a una ronda de inmunoterapia para intentar extirpar o eliminar el tumor, pero este reaparecía repetidamente. Sus médicos locales pensaron que esto se debía a una incapacidad hereditaria para reparar el ADN dañado por la radiación UV, además de un deterioro en las células inmunitarias llamadas linfocitos T. El tumor era una de las muchas enfermedades relacionadas con el VPH que la mujer padecía y que empeoraban progresivamente
Mediante un sofisticado análisis genético, los investigadores del NIH descubrieron que un VPH beta se había integrado en el ADN celular del tumor bien establecido de la mujer y producía allí abundantemente proteínas virales. Esto contradecía la teoría predominante de que el VPH beta solo facilita el establecimiento del carcinoma escamoso cutáneo (CSC) sin integrarse en el ADN celular y no desempeña ningún papel en el mantenimiento del cáncer. Un análisis genético posterior de las células de la mujer demostró que eran totalmente capaces de reparar el daño del ADN causado por la radiación UV, lo que sugiere que el virus por sí solo había causado el CSC.
Para comprender cómo el VPH beta podía integrarse en el ADN de las células cutáneas de la mujer. Esto supuso que se multiplicasen allí sin control, por lo que los investigadores estudiaron su trastorno inmunitario hereditario. De esta forma, descubrieron que sus mutaciones genéticas dificultaban considerablemente la activación de las células T en respuesta a la infección de las células cutáneas por el VPH beta. Así, se analizó como el propio trastorno inmunitario era el responsable del agravamiento de las enfermedades relacionadas con el VPH, incluido el carcinoma escamoso cutáneo (CES) asociado al VPH beta en la frente, y que el tratamiento de este trastorno podría curarlas todas.
Por consiguiente, los investigadores de los NIH desarrollaron un plan personalizado para administrarle a la mujer investigada un trasplante de células madre y reemplazar sus células T defectuosas por células sanas. El proceso requirió cuidados extremos, ya que su sistema inmunitario estaba comprometido incluso antes de comenzar el tratamiento. El trasplante se desarrolló sin complicaciones. Posteriormente, todas sus enfermedades relacionadas con el VPH, incluido el carcinoma escamoso cutáneo (CES) recurrente y agresivo, se resolvieron y no han vuelto a aparecer en los más de tres años transcurridos desde el trasplante. Esto confirma que el trastorno hereditario de la mujer había impedido que sus células T mantuvieran bajo control el VPH beta, lo que permitió que el virus causara y mantuviera directamente el CES.
Según los autores del estudio, su hallazgo sugiere que otras personas con respuestas defectuosas de células T también pueden ser susceptibles al cáncer causado directamente por el beta-VPH.
DOI: 10.1056/NEJMoa2502114