MADRID, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -
Experimentar violencia física en la edad adulta puede elevar el riesgo de las mujeres de desarrollar enfermedad del corazón y de los vasos sanguíneos, según concluye un estudio presentado en las Sesiones Científicas Epidemiología/Estilo de Vida de 2016 de la Asociación Americana del Corazón.
"Tanto la sociedad como el sector de la salud deben ser conscientes de la importancia de la exposición a la violencia y su impacto, no sólo en el bienestar social, sino también por la salud a largo plazo de las mujeres", afirma Mario Flores, autor principal del estudio y asistente de investigación en el Instituto Nacional de Salud Pública en la Ciudad de México, México.
A nivel mundial, la violencia contra las mujeres es un problema crítico. Está establecido que ser víctima de violencia puede llevar a depresión, abuso de sustancias y otros trastornos en las mujeres, pero sus posibles efectos sobre el corazón y la enfermedad de los vasos sanguíneos son una nueva área de investigación.
En este estudio de México, los autores vieron que las mujeres que habían sufrido violencia física en la edad adulta tenían más de 1,5 veces más probabilidades de sufrir un estrechamiento de los principales vasos sanguíneos en el cuello que llevan sangre al cerebro en comparación con las mujeres que no habían sido víctimas de violencia. Este estrechamiento es una señal temprana de un mayor riesgo de accidente cerebrovascular.
Una de las principales causas de muerte y discapacidad, un derrame cerebral ocurre cuando los vasos sanguíneos que van al cerebro se bloquean o rompen, impidiendo el flujo de la sangre al cerebro. Los participantes del estudio fueron 634 mujeres sanas del sur de México de 'Cohorte de Profesoras Mexicanas', un estudio nacional de salud y estilo de vida entre las mujeres docentes en todo México, con una edad media de 49 años y casi una quinta parte nativas.
En 2012-2013, las participantes respondieron a un cuestionario sobre la exposición a diferentes tipos de violencia, como ver violencia, el abandono físico o emocional y haber sido víctica de violencia física y/o sexual en la infancia o la edad adulta. Todas los participantes se sometieron a pruebas de imagen con ondas de sonido para medir el grosor de los vasos sanguíneos en el cuello.
"Aunque nuestros resultados apoyan la teoría de que la exposición a ciertos tipos de violencia puede tener un impacto en la salud de la mujer, hacen falta más análisis y estudios para generar datos sólidos que puedan cambiar la práctica clínica y orientar las intervenciones de salud pública", concluye Flores.