MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de investigadores del centro Henry Ford Health System (EE.UU.) ha demostrado que viajar al espacio puede tener repercusiones en el sistema inmunológico, la presión arterial, la forma de los ojos de una persona y las articulaciones.
El estudio, publicado en 'Npg Microgravity', ha sido desarrollado en ratones con el objetivo de conocer cómo realizar un viaje al espacio puede afectar a las articulaciones. Así, los investigadores han encontrado signos de descomposición en los ratones, lo que contribuye a desarrollar la conclusión de que las fuerzas biomédicas de estos vuelos afectan al sistema musculoesquelético. No obstante, aún queda por demostrar su afección en el cuerpo de los seres humanos.
En este sentido, Jamie Fitzgerald, jefe de genética musculoesquelética en el Departamento de Cirugía Ortopédica de Henry Ford y autor principal del estudio, ha destacado que la descomposición del cartílago articular en los ratones fue 'Clear-CUT'. Así, ha explicado que esta degradación puede deberse a "la descarga causada por la falta de gravedad en el espacio", lo que podría conllevar graves problemas de articulaciones en los seres humanos si son expuestos a este entorno durante un tiempo determinado.
Los investigadores han concluido que esta afección puede deberse a que las fuerzas biomédicas en el espacio son diferentes de las de la tierra. El sistema musculoesquelético está constantemente sometido a la carga que proviene de la fuerza de la tierra, ha explicado el experto, quien ha añadido que cuando esa fuerza se retira por la ingravidez los tejidos empiezan a degradarse. En este punto ha destacado que las peores consecuencias son la atrofia del músculo y la desmineralización de los huesos que se produce durante el vuelo.
Sin embargo, esta pérdida de músculo y hueso se invierte cuando los astronautas vuelven a la tierra. No obstante, el cartílago presenta una mala recuperación. Por ello, para el desarrollo de este estudio se analizó los cambios moleculares en el cartílago de los ratones que pasaron 30 días en recintos de investigación animal a bordo de una nave espacial rusa. Para esta investigación se realizaron manchas de tejido y estudios de expresión génica en el cartílago. Por último, los resultados se compararon con otro grupo de ratones observados en la tierra durante el mismo período.
Así, el doctor Fitzgerald ha explicado que los cambios fueron consistentes con los asociados a la osteoartritis y que a partir de los 30 días de microgravedad era cuando el cartílago comenzaba a degradarse. De este modo, los ratones presentaban dificultades para trepar. Sin embargo, los ratones que estaban en la tierra no mostraron ningún tipo de degradación.
Por último, el experto ha puesto de relieve que la NASA podría tener ya algunos especialistas que presenten daños en el cartílago y ha concluido que "el retorno a la tierra podría potenciar problemas de salud a largo plazo".