MADRID 29 Oct. (EUROPA PRESS) -
En España existen aproximadamente 800.000 pacientes bajo tratamiento anticoagulante para prevenir tromboembolismos venosos y arteriales, en los que el uso de estos fármacos es "vital" para disminuir el riesgo de ictus.
Así lo ha reconocido el jefe del Servicio de Neurología del Complejo Hospitalario de Navarra, Jaime Gallego, miembro de la red de expertos 'La salud del paciente, por delante', con motivo del Día Mundial del Ictus que se celebra este miércoles, que recuerda que esta enfermedad es la segunda causa de muerte global y la primera en la mujer en la población española.
En los últimos años ha disminuido la mortalidad global en muchos países, entre los que se encuentra España, donde en cambio se está produciendo un incremento de la incidencia de ictus previsible por el envejecimiento de la población y se "plantea un grave problema socio-sanitario en el futuro por el aumento de la prevalencia y de la discapacidad asociada".
No obstante, reconoce la presidenta de la Federación Española del Ictus (FEI), Carmen Aleix, controlando los factores de riesgo se podrían evitar el 80 por ciento de los casos, unos eventos que en más del 30 por ciento de los pacientes presenta un problema de discapacidad, que se manifiesta con parálisis, problemas de equilibrio, trastornos del habla y déficits cognitivos, o con alteraciones emocionales, entre otros problemas asociados.
Para el doctor Gállego, es muy importante destacar que los eventos cerebrovasculares producidos por fibrilación auricular ocasionan lesiones cerebrales más grandes, producen generalmente mayor discapacidad y mortalidad y ocurren en edades más avanzadas que los ictus no cardioembólicos, cuya causa no es la fibrilación auricular.
Por su parte, los ictus asociados a esta arritmia tienen una mayor mortalidad en comparación con los causados por otras etiologías, llegando al 32 por ciento a los 30 días y al 50 por ciento al año de seguimiento.
A pesar de que las evidencias que existen con respecto a los beneficios de la anticoagulación en el paciente con fibrilación auricular son claras y, a pesar de que cada vez se emplea más, su uso está claramente infrautilizado.
SE USA MENOS EN LOS ANCIANOS
"Esta infrautilización es especialmente llamativa en la población más anciana, que son los que tienen un mayor riesgo de ictus. Los antagonistas de la vitamina K (tratamiento clásico) tienen numerosas desventajas, que hace que muchos pacientes con fibrilación auricular e indicación de anticoagulación no estén tomando anticoagulantes", ha reconocido Gallego.
Entre otros problemas, los antagonistas de la vitamina K tienen una estrecha ventana terapéutica, la respuesta es impredecible y tienen numerosas interacciones con múltiples fármacos y alimentos.
Además, poseen un comienzo y final de acción lento, lo que hace que frecuentemente sea necesaria la utilización de una terapia puente, generalmente con heparina de bajo peso molecular, ante determinadas intervenciones, explica este experto.
Frente a estos fármacos más clásicos, los nuevos anticoagulantes orales cuentan con una cinética predecible, no tienen interacciones con los alimentos, y escasas con otros fármacos, lo que hace que se puedan administrar a dosis fijas, y sin necesidad de monitorizar su actividad anticoagulante. Además, tienen un inicio y final de acción rápidos, por lo que "no suelen precisar de terapia puente ante los procedimientos invasivos".