MADRID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los traumas durante los primeros años de vida pueden afectar a la estructura del cerebro y hacer que la depresión clínica tenga más probabilidades de ser grave y recurrente, según un estudio observacional de dos años en 110 pacientes publicado en la revista 'The Lancet Psychiatry'.
Estudios anteriores han evidenciado una asociación entre el maltrato y la alteración de la estructura cerebral, mientras que otros han identificado una asociación entre el maltrato y el trastorno depresivo mayor.
Este nuevo estudio es el primero que establece directamente un vínculo entre las experiencias de maltrato, las alteraciones estructurales del cerebro y el curso clínico de la depresión. También es el primero en arrojar luz sobre los cambios físicos en el cerebro que podrían estar involucrados. Las llamadas 'cicatrices límbicas' han sido identificadas en pacientes anteriormente, pero han tomado una forma diferente a las alteraciones observadas en la nueva investigación.
Todos los participantes en el nuevo estudio, de 18 a 60 años de edad, habían sido admitidos en un hospital después de un diagnóstico de depresión mayor y estaban recibiendo tratamiento hospitalario. Fueron reclutados para el estudio entre 2010 y 2016.
La gravedad de los síntomas se evaluó mediante cuestionarios y entrevistas en dos momentos (en el momento del reclutamiento inicial y en una visita de seguimiento de dos años) y todos los participantes se sometieron a una resonancia magnética estructural en el momento del reclutamiento. También se evaluó la presencia y el nivel de maltrato infantil mediante un cuestionario.
Los resultados de las imágenes de RMN sugieren que tanto el maltrato infantil como la depresión recurrente están asociados con reducciones similares en el área superficial de la corteza insular, una parte del cerebro que se cree ayuda a regular la emoción y la conciencia de sí mismo. Los hallazgos apuntan que la reducción observada podría hacer más probable una recaída futura.
"Nuestros hallazgos añaden más peso a la noción de que los pacientes con depresión clínica que fueron maltratados cuando eran niños son clínicamente distintos de los pacientes no maltratados con el mismo diagnóstico. Dado el impacto de la corteza insular en las funciones cerebrales, como la conciencia emocional, es posible que los cambios que vimos hagan que los pacientes sean menos sensibles a los tratamientos convencionales", explica el líder de la investigación, Nils Opel, de la Universidad de Münster (Alemania).
Los pacientes fueron divididos en aquellos que no experimentaron ninguna recaída en el período de dos años (17 hombres y 18 mujeres) y aquellos que experimentaron al menos un episodio depresivo adicional (35 hombres y 40 mujeres). De los 75 pacientes de la muestra de recaída, 48 habían experimentado un episodio adicional, siete informaron dos episodios y seis experimentaron tres episodios, mientras que 14 tuvieron un período de remisión de menos de dos meses y, por lo tanto, se puede considerar que tenían depresión crónica. El maltrato infantil se asoció significativamente con la recaída de la depresión.