MADRID 14 Sep. (EUROPA PRESS) -
El diagnóstico y tratamiento temprano de la enfermedad venosa crónica (EVC) es clave para lograr una mayor calidad de vida y prevenir la progresión a fases clínicas más severas como las úlceras venosas, según revela el programa 'Vein consult', una encuesta epidemiológica que ha analizado a más de 70.000 pacientes.
Los primeros resultados del programa, presentados durante una sesión monográfica de la Union Internationale de Phlébologie (UIP) en Praga, han mostrado que la EVC tiene un importante impacto negativo en la vida profesional de los pacientes, reflejado en grandes pérdidas de productividad. De hecho, el 15 por ciento de los pacientes con EVC notifican pérdidas de días de trabajo.
"La progresión a fases clínicas más tardías debido a un retraso en el inicio del tratamiento puede llevar a la pérdida de días laborables, menor calidad de vida y mayores costes globales", indica el actual presidente de la UIP, el profesor Rabe.
El programa, que se ha desarrollado con el patrocinio de la UIP y el apoyo de una beca no restringida de Servier Research Group, pretende "elevar la concienciación sobre la EVC entre pacientes, científicos y autoridades sanitarias". Se trata de la primera encuesta que, a través de un mismo cuestionario y de la misma clasificación (clasificación CEAP), ha monitorizado a un gran número de pacientes de muchos países de varias áreas geográficas de Europa, Oriente Medio, Lejano Oriente, América central y Latinoamérica.
LA IMPORTANCIA DE LOS SÍNTOMAS Y SUFRIMIENTO PSICOLÓGICO DE LOS PACIENTES
El estudio es relevante también porque, por primera vez, se ha tenido en cuenta a los pacientes únicamente sintomáticos -como dolor de piernas, pesadez o sensación de hinchazón- y la EVC se ha considerado desde las primeras fases, con el objetivo de mejorar el proceso de tratamiento.
Según los resultados de varios países, el 20 por ciento de los participantes se clasifica en pacientes con únicamente síntomas, mientras que más del 61 por ciento se clasifica como pacientes con signos visibles de enfermedad venosa crónica tales como varicosidades, venas varicosas, edemas, y úlceras. En total, se estima que ocho de cada diez pacientes sufren enfermedad venosa crónica, desde dolor venoso hasta las fases más avanzadas como edema y úlcera.
La EVC es también responsable del sufrimiento físico y psicológico de los pacientes, que se refleja en una peor calidad de vida. Se ha observado un importante deterioro en la calidad de vida al aumentar la gravedad de la enfermedad, lo que afecta directamente a los costes relacionados con la EVC. Casi un 4 por ciento de los pacientes han tenido que cambiar de empleo por su enfermedad venosa y más del 6 por ciento han tenido que ser hospitalizados.
Además, ante el dolor de piernas, los pacientes no consultan espontáneamente el síntoma a su especialista y a su vez, los médicos no consideran el dolor venoso como parte de la enfermedad. "A pesar del impacto de la enfermedad venosa crónica en los costes y calidad de vida, muchos de los pacientes de enfermedad venosa crónica todavía están sin diagnosticar y sin tratar", concluye Rabe.