Confirman que la gota se comporta "como cualquier otra enfermedad inflamatoria" en su relación con eventos cardiovasculares
MADRID, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
El tratamiento precoz de la gota disminuye el riesgo de que esta patología se agrave y genere la aparición de enfermedades cardiovasculares, según el estudio titulado 'Gravedad de la enfermedad y mortalidad en pacientes con gota', presentado en el congreso anual del American College of Rheumatology, que se desarrollará hasta el 21 de octubre en Philadelphia (Estados Unidos).
Este estudio es el único hasta ahora que ha investigado si existe una asociación entre la gravedad de la gota y un aumento de la tasa observada de mortalidad. Se trata de un prospectivo realizado en un único Servicio de Reumatología durante 16 años.
Según el investigador principal de este trabajo, el doctor Fernando Pérez-Ruiz, del Servicio de Reumatología del Hospital de Cruces, en Baracaldo, "ya se sabía que en otras enfermedades inflamatorias crónicas no controladas, como la artritis reumatoide, se incrementa su riesgo de sufrir una afección vascular, pero no estaba demostrado que ocurriera lo mismo con la gota".
"Gracias a este trabajo hemos podido comprobar que sí, que la gota se comporta como cualquier otra enfermedad inflamatoria en su relación con eventos cardiovasculares", indicó el doctor Pérez-Ruiz.
Los autores han seguido a más de 700 pacientes, de los que el 94 por ciento era población masculina. De ellos, el 51 por ciento tenía entre una y cuatro articulaciones afectadas y el 35 por ciento presentaba un número mayor, presentando tofos (depósitos de urato palpables) un tercio.
MÁS DE LA MITAD SIN TRATAMIENTO PREVIO
A pesar de ello, menos de la mitad habían recibido tratamiento previo para reducir los niveles de ácido úrico y sólo algo más de la mitad de los pacientes con gota grave.
El tratamiento de la gota requiere la reducción de los niveles de ácido úrico por debajo de lo considerado normal y durante un tiempo suficiente que permita que los síntomas remitan y desaparezcan los cristales de urato definitivamente.
"El control de esta enfermedad es bastante laxo, llegando a extremos en los que la mitad de los pacientes no tienen buen control de la uricemia, por lo que tras años de tratamiento siguen teniendo ataques de gota", señaló el doctor Pérez-Ruiz, para quien "no basta con un control aceptable, lo ideal es que el control de la uricemia sea estricto, precoz y nunca lleguen a tener inflamación crónica".
De hecho, la adherencia al tratamiento para la gota es algo fundamental para llegar a un punto en que la enfermedad no tenga actividad. "La terapia ha de ser estricta y seguida no sólo hasta que el paciente no tenga síntomas, sino hasta que desaparezcan por completo esos cristales que provocan los ataques de gota y se evite que se formen nuevos cristales", recalcó el experto.
La gota es la enfermedad que se debe a la formación de cristales de una sal de ácido úrico (urato monosódico monohidratado) en el interior de las articulaciones. Se manifiesta con inflamación dolorosa de articulaciones y afecta sobre todo a los hombres.
La prevalencia de la gota está aumentando en los países occidentales en que se ha investigado, probablemente por el cambio en los hábitos dietéticos, el aumento de la frecuencia de obesidad, del empleo de fármacos diuréticos y de la pérdida de función renal asociada a la edad.
En la actualidad, según datos publicados en el Manual SER de Enfermedades Reumáticas, de la Sociedad Española de Reumatología, la gota afecta a 2 de cada 1.000 de los varones entre 18 y 54 años y a 52 de cada 1.000 de los mayores de 65 años, lo que en España se traduce en cerca de 200.000 personas.