MADRID, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
El trasplante capilar "no es un acto rutinario, ni está exento de riesgo, ni tiene un éxito cien por cien asegurado", según ha explicado la doctora Cristina Serrano, coordinadora del Grupo Español de Tricología de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) durante su 47 Congreso Nacional, que se está celebrando en Barcelona.
"Este procedimiento requiere, en primer lugar, de un diagnóstico del tipo de alopecia. Si el trasplante es posible, es necesaria una planificación, experiencia y conocimiento adecuados, un seguimiento y un tratamiento posterior. Esto deberá realizarse siempre, independientemente de que sea en clínica de bajo o alto coste. Hasta que no se comprenda esto, los pacientes están en riesgo de sufrir complicaciones (y decepciones) importantes", advierte la experta.
Así, los dermatólogos advierten de los riesgos, como infecciones o problemas de la cirugía, que pueden derivarse de una técnica realizada "por manos inexpertas, no profesionales o bajo condiciones que no garantizan la seguridad del paciente".
El doctor Sergio Vañó, dermatólogo experto en esta área y miembro del Grupo de Tricología, asegura que hay conceptos que todavía no están lo suficientemente claros en la sociedad: "El trasplante de pelo no es un tratamiento curativo, porque si lo fuera el paciente ya no se tendría que preocupar más de su cabello. Y esto no es así. Una vez realizado el trasplante, hay que mantener el pelo que está alrededor de la zona trasplantada con el adecuado tratamiento médico".
Para explicarlo en números, detalla que en todo el cuero cabelludo hay unos 100.000 folículos. De ese total, 50.000 están en la zona superior de la cabeza. Sin embargo, en un trasplante capilar, se implantan en torno a 8.000 o 9.000 folículos, es decir, el resto hay que cuidarlo con tratamientos médicos para que no desaparezca totalmente y queden sólo los 9.000 folículos trasplantados.
"Por este motivo, también es fundamental distribuir adecuadamente las unidades foliculares en la zona receptora porque si pones muchas en la parte delantera, pasados unos años, cuando la persona pierda algo de pelo (el no trasplantado) va a tener un aspecto muy artificial. El dermatólogo debe pensar a 30 años vista. Por eso hay que hacer trasplantes conservadores. Esto no ocurre en muchas clínicas 'low cost' y, con el paso del tiempo, el paciente se siente muy decepcionado", insiste Vañó.
"Recibimos personas que se han hecho un trasplante con un diagnóstico erróneo. Lo más frecuente es que haya sido sometido a un trasplante creyendo que su alopecia es androgénica (la conocida como calvicie común) cuando en realidad se trata de una alopecia fibrosante o alopecia liquen plano pilar. En estos casos, el pelo trasplantado se perdería en un porcentaje elevado, con síntomas y signos presentes como picor e inflamación local. El resultado es un fracaso, habiendo gastado tiempo, dinero y sufrimiento para nada", argumenta Serrano.
El especialista hace hincapié en la importancia de trasmitir que el trasplante capilar se trata de un acto médico-quirúrgico, que debe realizarse en un entorno seguro y por profesionales adecuados. "Claro que se puede abaratar el coste, pero bajo condiciones no seguras. Los centros deberían asegurar que el trasplante se va a llevar a cabo con la presencia de un anestesista de principio a fin, con tecnología robótica más avanzada, realizada por un dermatólogo, en el quirófano, con un equipo experimentado y con un adecuado seguimiento posterior", insisten los doctores.