MADRID, 7 May. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de investigadores norteamericanos ha observado que el trasplante de bacterias intestinales, de un animal que es vulnerable al estrés social a un animal sin estrés, puede causar un comportamiento vulnerable en el animal receptor. Este resultado revela las interacciones biológicas entre el cerebro y el intestino, lo que podría conducir algún día a tratamientos probióticos para trastornos psiquiátricos humanos, como la depresión.
"En ratas que muestran un comportamiento de tipo depresivo en una prueba de laboratorio, encontramos que el estrés cambia su microbioma intestinal - la población de bacterias en el intestino", ha señalado el autor principal de estudio Seema Bhatnagar, neurocientífico en el Departamento de Anestesiología y Cuidados Críticos en el Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP) en EEUU.
Concretamente, cuando trasplantaron bacterias de esas ratas vulnerables al estrés a ratas que no habían sido estresadas, los animales receptores mostraron un comportamiento similar. Asimismo, según ha relatado Bhatnagar, el estrés también incrementó la inflamación en los cerebros de ratas vulnerables, y esta inflamación apareció en ratas sin estrés después de recibir trasplantes de animales vulnerables.
Bhatnagar dirige el Programa de Neurobiología del Estrés en CHOP, y muchos de sus coautores son miembros del Programa de Microbiomas PennCHOP , una colaboración entre investigadores de CHOP y la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pennsylvania. El objetivo del programa es comprender mejor las comunidades de microbios dentro de nuestros cuerpos y modificar sus propiedades para mejorar la salud humana.
Los científicos ya saben que el cerebro y el intestino se influyen mutuamente. En los seres humanos, los pacientes con trastornos psiquiátricos tienen diferentes poblaciones de microbios intestinales en comparación con los microbios en individuos sanos, con resultados paralelos también observados en modelos animales con enfermedad psiquiátrica.
"No todos los seres humanos reaccionan de manera idéntica al mismo estrés: algunos son más vulnerables que otros a desarrollar trastornos psiquiátricos, otros son más resistentes. Algo similar ocurre también en los animales de laboratorio", ha añadido Bhatnagar.
DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN
Las jerarquías sociales y la territorialidad son fuentes importantes de estrés en los ratones. En el laboratorio, los investigadores modelaron factores estresantes con herramientas de comportamiento validadas como una prueba de natación forzada o una prueba de derrota social para examinar cómo los animales usan estrategias de afrontamiento para lidiar con el estrés.
Las ratas que hacen frente de manera más pasiva son más vulnerables a los efectos del estrés porque también exhiben más comportamientos de tipo depresivo y de ansiedad, mientras que las ratas que hacen frente de manera más activa son resistentes a los efectos del estrés social. Sobre la base de estas evaluaciones, los investigadores clasificaron a los animales como vulnerables o resistentes.
El equipo del estudio, que ha sido publicado en 'Molecular Psychiatry', analizó los microbiomas fecales de ratas vulnerables, ratas resistentes, un grupo de control sin estrés y un grupo de placebo. Encontraron que las ratas vulnerables tenían proporciones más altas de ciertas bacterias, como 'Clostridia', que los otros grupos.
Luego realizaron trasplantes de heces de tres grupos de donantes - ratas vulnerables, ratas resistentes o ratas sin estrés control - en ratas ingenuas, animales que no habían sido estresados. Ellos encontraron que diferentes microbiomas cambiaron el comportamiento depresivo. Las ratas que recibieron trasplantes de ratas vulnerables tenían más probabilidades de adoptar comportamientos depresivos, mientras que las ratas que recibieron trasplantes de animales resistentes o animales sin estrés no mostraron ningún cambio en el comportamiento o en las medidas neuronales.
Los patrones de procesos inflamatorios cerebrales en los receptores también se parecían a los observados en los cerebros de animales vulnerables, lo que sugiere que los efectos de modulación inmunológica de las bacterias intestinales como 'Clostridia' pueden haber promovido esa inflamación. Sin embargo, los trasplantes no cambiaron significativamente el comportamiento similar a la ansiedad.
El hallazgo de que los trasplantes de ratas vulnerables aumentaron el comportamiento de tipo depresivo pero no el comportamiento de tipo de ansiedad en receptores no estresados puede apuntar a diferentes mecanismos. Los autores dijeron que esta diferencia sugiere que los comportamientos de tipo depresivo están más regulados por el microbioma intestinal, mientras que los comportamientos de tipo ansiedad están principalmente influenciados por los cambios en la actividad neuronal producidos por la experiencia del estrés.
"Aunque aún queda mucho por investigar, podemos visualizar aplicaciones futuras en las que podríamos aprovechar el conocimiento de las interacciones microbioma-cerebro para tratar trastornos psiquiátricos humanos", ha señalado Bhatnagar.
"Las personas ya están tomando probióticos de venta libre como suplementos. Si finalmente podemos validar los efectos benéficos del comportamiento de bacterias específicas, podríamos preparar el escenario para nuevos tratamientos psiquiátricos", concluye.