MADRID, 27 Ago. (EUROPA PRESS) -
La terapia de sustitución de sangre rescata los cerebros de los ratones del daño isquémico tras un ictus, según una investigación en ratones de los neurocientíficos de la Universidad de Virginia Occidental (Estados Unidos). En esta técnica, reemplazan la sangre con la de una persona sana que nunca ha sufrido un derrame cerebral. Este intercambio de sangre disminuye el daño al cerebro, y los déficits neurológicos del derrame son nulos.
"Lo que pudimos demostrar es que si se extrae parte de la sangre de un sujeto que ha sufrido un accidente cerebrovascular, y se reemplaza esa sangre de un sujeto que nunca ha tenido un accidente cerebrovascular, los resultados de ese accidente cerebrovascular mejoran profundamente", explica Xuefang Ren, líder de la investigación, que se ha publicado en la revista científica 'Nature Communications'.
Se cree que el estudio es el primero en mostrar que la terapia de reemplazo de sangre conduce a mejores resultados de accidentes cerebrovasculares en ratones, un posible próximo paso para la terapia de accidentes cerebrovasculares en humanos.
La mayoría de los accidentes cerebrovasculares (isquémicos) ocurren cuando se interrumpe el suministro de sangre al cerebro, generalmente por una obstrucción de las arterias que van al cerebro. Aunque no se conoce ningún medicamento para el accidente cerebrovascular, el único tratamiento aprobado para los accidentes cerebrovasculares isquémicos es el tPA, o activador del plasminógeno tisular, que disuelve el coágulo y mejora el flujo sanguíneo. Sin embargo, el tPA normalmente debe administrarse dentro de las tres horas siguientes al accidente cerebrovascular.
La investigación indica que las transfusiones de sangre pueden tener lugar más allá de esa ventana limitada hasta siete horas y aún así tener un impacto positivo. Reemplazar el 20 por ciento de la sangre de un ratón fue suficiente para mostrar una profunda reducción del daño al cerebro. El adulto promedio tiene alrededor de un galón y medio de sangre en el cuerpo.
Los investigadores explicaron que después de un accidente cerebrovascular, la composición de la sangre de un paciente cambia, causando alteraciones en el cerebro y en la forma en que el cuerpo responde. Los neutrófilos, un tipo de glóbulo blanco que ayuda a liderar la respuesta del sistema inmunológico, juegan un papel importante en el aumento de los niveles de una enzima llamada MMP-9, que puede conducir a la fuga de la barrera hematoencefálica y a la degeneración del tejido cerebral. La terapia de reemplazo de sangre elimina las células inflamatorias y disminuye los neutrófilos y los niveles de MMP-9 después de un accidente cerebrovascular, concluye el estudio.