Por qué tolerar la frustración nos interesa más de lo que pensamos a la hora de cuidar de nuestra salud

Archivo - Mujer cansada, frustrada, estresada
Archivo - Mujer cansada, frustrada, estresada - RIDOFRANZ/ ISTOCK - Archivo
Publicado: domingo, 9 julio 2023 9:04

   MADRID, 9 Jul. (EDIZIONES) -

   La frustración está en nuestro día a día. Es pan nuestro de cada día. Y debemos aprender a tolerarla, aceptar que a veces las cosas no son como nosotros esperamos y aunque nos cueste. El problema es que estamos construyendo una sociedad que se está cimentando sobre una baja tolerancia a la frustración, no soportamos que las cosas no salgan como a nosotros nos gustaría, y esto puede resultar contraproducente para nuestra salud.

   Charlamos en Infosalus en este sentido con la psicóloga Cristina Martínez, doctora en Psicología, y directora del Gabinet Psicolgic Mataró (Mataró), quien acaba de publicar 'Ser feliz es urgente' (Planeta), quien diferencia con claridad qué es la frustración, de la baja tolerancia a la frustración.

   "La frustración es la emoción normal que aparece ante una expectativa no cumplida. Nos pasamos la vida esperando cosas de los demás, de nosotros. Es adaptativo, es bueno que esté ahí. Pero si la expectativa es muy rígida o muy alta y no admite ningún tipo de variación o de cambio en eso que hemos proyectado a nuestra mente, cuando la realidad no se ajusta a lo que teníamos en mente diseñado, es cuando puede aparecer la baja tolerancia a la frustración, que no es lo mismo que la frustración", detalla.

   Incide así en que la frustración es una "emoción normal y sana", que debe aparece ante esa expectativa no cumplida, pero cuando esta nos desajusta emocionalmente y nos perturba de forma significativa es cuando ya hablamos de baja tolerancia a la frustración.

   Y es que en nuestro día a día tenemos una variedad infinita de cosas que pueden llegar a frustrarnos. "Todo es susceptible de generarnos frustración", manifiesta esta psicóloga, y remarca que a veces la realidad dista mucho de nuestra proyección, o de nuestros sueños, y ahí es donde radica el problema.

   Cristina Martínez insiste por tanto en que tenemos que aprender a tolerarla, es parte de nuestro día a día, "algo inevitable", y que vamos a experimentar una y otra vez. "Cuanto antes tengamos la capacidad de reducir la expectativa y de entender que las cosas no siempre son como a nosotros nos gustaría, mejor nos irá", zanja esta doctora en Psicología.

DE QUÉ MANERA LA FRUSTRACIÓN PUEDE MERMAR NUESTRA SALUD

   Con ello, esta doctora en Psicología subraya que al final la frustración se manifiesta de distintas maneras, y las personas cuando se frustran lo experimentan más a través de sentimientos de angustia, de ansiedad, o por ejemplo de nerviosismo; otros lo manifiestan en forma de rabia, de enfado, de decepción; mientras que otros desde la culpa.

   "Hay una variabilidad a nivel de emociones desagradables y perturbadoras. Es importante que podamos lidiar con la frustración. Al final, cuando uno se plantea ante una situación que esta no ha salido como esperaba, esto te puede ayudar a comprender que las cosas son tal y como son, y puede suponer un aprendizaje, saber que no tenemos el control de todo, y que debemos aceptar a veces la vida tal y como viene; y todo esto nos ayuda a madurar emocionalmente y a manejar mejor esas emociones perturbadoras", destaca esta psicóloga.

   La clave dice que está en identificarla, en reconocerla, y en poder hacer una parada cuando experimentamos ese sentimiento: "Parar lo que hacemos en ese momento para escuchar dentro de nosotros que nos dice ese diálogo interior y por qué nos genera tal nivel de malestar".

   Cuando comprendes que lo que te dices es exagerado, según prosigue, y está emitido en forma de necesidad, en forma de exigencia, de enunciados categóricos, ahí te das la oportunidad de modificar ese discurso interior por un discurso más tolerante, amable y flexible; "en la flexibilidad está la clave", insiste la psicóloga.

   De hecho, sostiene que los pensamientos flexibles nos permiten darnos cuenta de que las cosas son así, no tal y como las esperábamos, y no por eso necesariamente tiene que ser el resultado peor. "Puedo abrirme a la experiencia, aceptar la situación, y vivirlo de una forma mucho más sosegada", afirma.

MUCHOS NIÑOS NO SE SABEN ABURRIR Y ESTO ES UN PROBLEMA

   En la misma línea, esta experta señala que el hecho de que los niños tengan acceso a contenido a través de tabletas o dispositivos electrónicos fácilmente y puedan ver series o películas al instante, sin tener que esperar a que salga el capítulo el lunes a las 10 de la noche, "todo esto no ayuda a fomentar la tolerancia a la espera y a la frustración".

   Muchos niños no se saben aburrir, según zanja esta psicóloga, porque muchas veces les dan las tabletas y el móvil y así no molestan en restaurantes, por ejemplo. "Esto hace que las criaturas no puedan desarrollar estrategias de afrontamiento del aburrimiento, de la espera, y de la frustración y les vuelve niños apáticos, exigentes, frustrados, que serán con toda probabilidad adultos con problemas emocionales", resalta Martínez.

   Eso sí, advierte de que cuando permites que un niño se aburra, el aburrimiento es lo que necesitamos o el ingrediente perfecto para la creatividad: "Cuando te aburres le das al coco y aparecen ideas geniales. Cuando tienes la mente ocupada con tecnologías, pantallas y demás, entonces la parte creativa la dilapidamos".

LA BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN DE NUESTRA SOCIEDAD

   Dice que sin duda reina en nuestra sociedad actual una baja tolerancia a la frustración, y está convencida de que las generaciones que vienen van a tener mayores niveles de baja tolerancia a la frustración que nosotros: "Vivimos en una sociedad que vive muy deprisa, con un exceso de información que viaja a una velocidad tremenda, y donde los niños tienen acceso a todo, y los padres cada día somos más complacientes".

   Es más, sostiene que estamos en una etapa en la que queremos que a nuestros hijos no les falte lo que a nosotros nos faltó, y después de que nuestros padres trataran de darnos todo lo que carecieron. "Esto provoca que cuando no permites que un niño se frustre, se coja un disgusto porque quiere un juguete y no se lo compras, al no permitirles esto no les enseñamos a que manejen de forma adecuada la frustración y para ello hay que vivirla, experimentarla, y aceptarla como algo que forma parte de la vida. Cuando tú aceptas esto te frustras menos. Si asumes que las cosas salen como tienen que salir, pero no necesariamente como tú quieres que salgan, tu nivel de tolerancia a la frustración aumenta", resalta Cristina Martínez.