¿Qué tiene que ver la gravedad terrestre con el síndrome del intestino irritable?

Archivo - La Tierra y la Luna, que se muestran aquí en una combinación de dos imágenes de la misión Galileo de la década de 1990, tienen una larga historia compartida. Hace miles de millones de años, habían conectado campos magnéticos.
Archivo - La Tierra y la Luna, que se muestran aquí en una combinación de dos imágenes de la misión Galileo de la década de 1990, tienen una larga historia compartida. Hace miles de millones de años, habían conectado campos magnéticos. - NASA/JPL/USGS - Archivo
Publicado: viernes, 2 diciembre 2022 8:16

MADRID, 2 Dic. (EUROPA PRESS) -

Una nueva teoría sugiere que el síndrome del intestino irritable (SII), el trastorno gastrointestinal más común, podría ser el resultado de la incapacidad del cuerpo para manejar la gravedad, lo que podría suceder con otras afecciones, según publican en la revista 'American Journal of Gastroenterology'.

Brennan Spiegel, director de Investigación de Servicios de Salud en el Cedars-Sinai (Estados Unidos), profesor de Medicina y autor de la hipótesis, señala que, "desde que hay vida en la Tierra, desde los primeros organismos hasta el Homo sapiens, la gravedad ha moldeado implacablemente todo en el planeta. Nuestros cuerpos se ven afectados por la gravedad desde el momento en que nacemos hasta el día en que morimos. Es una fuerza tan fundamental que rara vez notamos su constante influencia en nuestra salud", destaca.

La hipótesis describe cómo los intestinos, la columna vertebral, el corazón, los nervios y el cerebro evolucionaron para gestionar la gravedad. "Nuestros sistemas corporales son constantemente arrastrados hacia abajo --explica--. Si estos sistemas no pueden controlar el arrastre de la gravedad, pueden provocar problemas como dolor, calambres, mareos, sudoración, aceleración del ritmo cardíaco y problemas de espalda, todos ellos síntomas del síndrome del intestino irritable. Incluso puede contribuir al sobrecrecimiento bacteriano en el intestino, un problema también relacionado con el SII".

El mecanismo subyacente del SII ha desconcertado a los investigadores desde que se describió por primera vez hace más de un siglo. Aunque el trastorno afecta hasta al 10% de la población mundial, los expertos aún no saben exactamente cómo o por qué se desarrolla.

Sin embargo, existen varias teorías contrastadas que explican sus características clínicas. Una de ellas es que el SII es un trastorno de la interacción intestino-cerebro; las pruebas demuestran que los neuromoduladores y las terapias conductuales son eficaces. Otra teoría sostiene que el SII se debe a anomalías en el microbioma intestinal, que pueden tratarse con antibióticos o dietas bajas en fermentación.

Otras teorías sugieren que las anormalidades en la motilidad, la hipersensibilidad intestinal, los niveles anormales de serotonina o un sistema nervioso autónomo desregulado causan el SII.

"Hay tal variedad de explicaciones que me pregunté si todas podían ser simultáneamente ciertas --recuerda Spiegel--. A medida que pensaba en cada teoría, desde las relacionadas con la motilidad hasta las bacterias, pasando por la neuropsicología del SII, me di cuenta de que todas ellas podrían apuntar a la gravedad como factor unificador. Al principio parecía bastante extraño, sin duda, pero a medida que desarrollaba la idea y la comentaba con mis colegas, empezó a tener sentido".

La gravedad puede comprimir la columna vertebral y reducir la flexibilidad. También puede hacer que los órganos se desplacen hacia abajo, moviéndose de su posición correcta. El contenido abdominal es pesado, como un saco de patatas que estamos destinados a cargar toda la vida, explica Spiegel.

"El cuerpo evolucionó para levantar esta carga con un conjunto de estructuras de apoyo. Si estos sistemas fallan, pueden aparecer los síntomas del síndrome del intestino irritable junto con problemas musculoesqueléticos", subraya.

Algunas personas tienen cuerpos más capaces de soportar la carga que otras. Por ejemplo, algunos tienen sistemas de suspensión "elásticos" que hacen que los intestinos se inclinen hacia abajo. Otros tienen problemas de columna vertebral que hacen que el diafragma se hunda o el vientre sobresalga, lo que provoca un abdomen comprimido. Estos factores pueden desencadenar problemas de motilidad o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino. Esto también puede ayudar a explicar por qué la fisioterapia y el ejercicio son eficaces para el SII, ya que estas intervenciones refuerzan los sistemas de apoyo. Sin embargo, la hipótesis de la gravedad también va más allá de los intestinos.

"Nuestro sistema nervioso también evolucionó en un mundo de gravedad, y eso podría explicar por qué muchas personas sienten 'mariposas' abdominales cuando están ansiosas --explica--. Es curioso que estas 'sensaciones viscerales' también se produzcan al caer hacia la Tierra, como cuando se cae en una montaña rusa o en un avión con turbulencias. Los nervios de la tripa son como un antiguo detector de fuerzas G que nos avisa cuando experimentamos o estamos a punto de experimentar una caída peligrosa. Es sólo una hipótesis, pero las personas con SII podrían ser propensas a predecir en exceso amenazas de fuerza G que nunca se producen".

Algunas personas son más resistentes a las fuerzas G que otras. Por ejemplo, una persona puede levantar las manos y sonreír mientras se deja caer en una montaña rusa, mientras otra aprieta los dientes y gime. La primera persona se divierte mientras la segunda se siente amenazada, lo que revela un espectro de lo que Spiegel llama "vigilancia de la fuerza G".

Otro factor que puede desempeñar un papel importante es la serotonina, un neurotransmisor que puede haber evolucionado en parte para gestionar la gravedad en los sistemas corporales. La serotonina es necesaria para elevar el estado de ánimo, tanto metafórica como literalmente, señala Spiegel. Sin ella, las personas tampoco podrían ponerse de pie, mantener el equilibrio, hacer circular la sangre o bombear el contenido intestinal contra la gravedad.

"La serotonina desregulada puede ser una forma de fracaso de la gravedad --prosigue--. Cuando la biología de la serotonina es anormal, las personas pueden desarrollar SII, ansiedad, depresión, fibromialgia y fatiga crónica. Estas pueden ser formas de intolerancia a la gravedad".

Señalan que se necesitan más investigaciones para probar este enfoque y los posibles tratamientos. "Esta hipótesis es muy provocativa, pero lo mejor de todo es que se puede comprobar --afirma la doctora Shelly Lu, titular de la Cátedra de Gastroenterología del Gremio de Mujeres y directora de la División de Enfermedades Digestivas y Hepáticas del Cedars-Sinaí--. Si se demuestra que es correcto, supone un importante cambio de paradigma en la forma en que pensamos en el SII y posiblemente también en el tratamiento".