MADRID, 18 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos) han demostrado que el tratamiento con testosterona reduce la recurrencia del cáncer de próstata en pacientes de bajo riesgo. Esto puede cuestionar la aplicabilidad general del tratamiento de próstata hormonal ganador del Premio Nobel.
Los médicos pensaron durante mucho tiempo la testosterona como una hormona que promueve el cáncer de próstata. El trabajo de 1941 de Huggins y Hodges ganó el Premio Nobel de Medicina 1966 por informar sobre el impacto dramático de la reducción de testosterona en el cáncer de próstata. Desde entonces, los medicamentos que reducen los niveles de la hormona testosterona se han convertido en una opción estándar para muchos pacientes.
Sin embargo, entre finales de los años 90 y 2000, los médicos descubrieron que aunque los hombres que recibían tratamientos a largo plazo contra la testosterona no se estaban muriendo de cáncer de próstata, estaban muriendo prematuramente de una enfermedad cardiovascular. Aunque las terapias anti-testosterona trataban el cáncer de próstata, los niveles extremadamente bajos de testosterona empeoran complicaciones metabólicas como el aumento de azúcar en la sangre, la diabetes, el colesterol elevado, la grasa visceral del abdomen medio, etcétera.
A partir de 2008, este equipo de médicos estadounidense, dirigido por el profesor Thomas Ahlering, comenzó a seleccionar cuidadosamente a los pacientes para el reemplazo de testosterona después del tratamiento primario del cáncer de próstata con prostatectomía radical robótica, con la esperanza de mejorar la recuperación de la función sexual.
El equipo trabajó con 834 pacientes sometidos a prostatectomía radical. Trataron a 152 pacientes de bajo riesgo sin evidencia de enfermedad con terapia de reemplazo de testosterona. Después de una mediana de 3,1 años después de la cirugía, examinaron a los pacientes para determinar la recurrencia bioquímica del cáncer, según lo indicado por la medición de los niveles de antígeno prostático específico (APE).
Encontraron que el cáncer había recurrido solo en aproximadamente el 5 por ciento de los pacientes tratados, mientras que el cáncer había recurrido en el 15 por ciento de los pacientes que no habían recibido testosterona. En general, después de considerar las diferencias entre los grupos, encontraron una reducción de casi tres veces en tres años.
"El reemplazo de testosterona no solo no aumentó la recurrencia, sino que en realidad disminuyó las tasas. Si bien la testosterona no cura el cáncer per se, por lo tanto, se puede reducir el crecimiento del cáncer, lo que proporciona un promedio de 1,5 años adicionales antes de que se puedan encontrar rastros de cáncer", ha comentado Thomas Ahlering en la presentación del trabajo, celebrada en el Congreso de la Asociación Europea de Urología, que se celebra hasta mañana en Barcelona.