MADRID 6 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) describe no sólo cómo las hormonas sexuales impulsan las diferencias en los riñones de ratones machos y hembras, sino también cómo la reducción de la testosterona puede "feminizar" este órgano y mejorar su capacidad de recuperación, según publican sus autores en la revista 'Developmental Cell'.
"Explorando cómo surgen las diferencias en los riñones masculinos y femeninos durante el desarrollo, podemos entender mejor cómo abordar las disparidades sanitarias relacionadas con el sexo en pacientes con enfermedades renales", explica el profesor Andy McMahon, autor correspondiente del estudio y director del Centro Eli y Edythe Broad de Medicina Regenerativa e Investigación con Células Madre de la Facultad de Medicina Keck de la USC.
Los primeros autores, Lingyun 'Ivy' Xiong y Jing Liu, del laboratorio McMahon, y sus colaboradores identificaron más de 1.000 genes con distintos niveles de actividad en los riñones de ratones machos y hembras, en un estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Las diferencias eran más evidentes en la sección de la unidad de filtración del riñón conocida como túbulo proximal, responsable de reabsorber la mayor parte de nutrientes como la glucosa y los aminoácidos de vuelta al torrente sanguíneo. La mayoría de estas diferencias sexuales en la actividad génica surgieron cuando los ratones entraron en la pubertad y se acentuaron aún más cuando alcanzaron la madurez sexual.
Dado que los riñones femeninos tienden a resistir mejor las enfermedades y lesiones, los investigadores se interesaron por la forma en que la actividad génica de los riñones se "feminiza" o "masculiniza", y la testosterona parecía ser la principal responsable.
Para feminizar los riñones de los ratones macho, dos estrategias funcionaron igual de bien: castrar a los machos antes de la pubertad y reducir así sus niveles naturales de testosterona, o eliminar los sensores celulares conocidos como receptores de andrógenos que responden a las hormonas sexuales masculinas.
Curiosamente, tres meses de restricción calórica, que es una forma indirecta de reducir la testosterona, produjeron un efecto similar. En consecuencia, ya se ha demostrado que la restricción calórica mitiga ciertos tipos de lesiones renales en ratones.
Para volver a masculinizar los riñones de los machos castrados, los investigadores sólo necesitaron inyectar testosterona. Del mismo modo, la inyección de testosterona masculinizó los riñones de las hembras a las que se extirparon los ovarios antes de la pubertad.
Los científicos realizaron experimentos similares con hígados de ratón. Aunque este órgano también muestra diferencias relacionadas con el sexo, las hormonas y los factores subyacentes que impulsan estas diferencias son muy diferentes de los que intervienen en el riñón. Esto sugiere que estas diferencias entre órganos en función del sexo surgieron de forma independiente durante la evolución.
Para comprobar si los mismos genes están implicados en las diferencias renales relacionadas con el sexo en los seres humanos, los científicos analizaron un número limitado de riñones y biopsias de donantes masculinos y femeninos. Cuando se trató de genes que diferían en su actividad entre los sexos, se produjo un modesto solapamiento de los genes humanos con los de los ratones.
"Queda mucho por hacer en el estudio de las diferencias relacionadas con el sexo en los riñones humanos normales --apunta McMahon--. Dados los resultados divergentes de los pacientes masculinos y femeninos con enfermedades y lesiones renales, esta línea de investigación es importante para avanzar hacia el cierre final de la brecha en estas disparidades de salud relacionadas con el sexo".