MADRID, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los monos más sociables tienen una mayor abundancia de bacterias intestinales beneficiosas, y menor de bacterias potencialmente causantes de enfermedades, según un estudio liderado por el Departamento de Psicología Experimental y del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford (Reino Unido).
Las relaciones sociales son esenciales para la salud y el bienestar de los animales sociales, como nosotros y otros primates. También hay cada vez más pruebas de que el microbioma intestinal, a través del llamado eje intestino-cerebro, desempeña un papel clave en nuestra salud física y mental, y que las bacterias pueden transmitirse socialmente, por ejemplo, a través del tacto.
En esta investigación, publicada en la revista científica 'Frontiers in Microbiology', los científicos se centraron en un único grupo social (con 22 machos y 16 hembras de entre seis y 20 años) de macacos rhesus en la isla de Cayo Santiago, frente a la costa oriental de Puerto Rico.
Originalmente, los macacos sólo vivían en el norte de África y Asia. Pero en 1938, una población fundadora de 409 macacos rhesus fue trasladada desde la India a Cayo Santiago.
Hoy, más de 1.000 macacos viven en esta isla de 15,2 hectáreas, divididos en varios grupos sociales. Se mueven y buscan libremente, aunque su dieta se complementa a diario con comida para monos. Los investigadores realizan observaciones de comportamiento de los monos cada año.
Entre 2012 y 2013, los autores recogieron un total de 50 muestras de heces no contaminadas de este grupo social. Como medida de conexión social, utilizaron el tiempo que cada mono pasó acicalándose o siendo acicalado en 2012 y 2013, y su número de compañeros de acicalamiento.
"Los macacos son animales muy sociales y el acicalamiento es su principal forma de establecer y mantener relaciones, por lo que el acicalamiento proporciona un buen indicador de las interacciones sociales", explica una de las autoras del estudio, Karli Watson, del Instituto de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos).
Los investigadores analizaron los datos de la secuencia de ADN de las muestras de heces para medir la composición y la diversidad de la comunidad microbiana intestinal, y observaron la relación con la conectividad social.
También tuvieron en cuenta el sexo, la edad, la estación del año y el rango dentro de la jerarquía del grupo. Se centraron en los microbios que han demostrado repetidamente ser más o menos abundantes en personas o roedores con síntomas similares al autismo (comúnmente acompañados de desconexión social) o que están socialmente privados.
LOS MONOS SOCIABLES TIENEN MÁS BACTERIAS INTESTINALES "BUENAS"
Según los investigadores, la participación en interacciones sociales se relacionó positivamente con la abundancia de ciertos microbios intestinales con funciones inmunológicas beneficiosas, y se relacionó negativamente con la abundancia de miembros potencialmente patógenos de la microbiota.
Por ejemplo, los géneros más abundantes en los monos más sociables eran 'Faecalibacterium' y 'Prevotella'. Por el contrario, el género 'Streptococcus', que en los humanos puede causar enfermedades como la faringitis estreptocócica y la neumonía, era más abundante en los monos menos sociables.
"Resulta especialmente llamativo que encontremos una fuerte relación positiva entre la abundancia del microbio intestinal Faecalibacterium y el grado de sociabilidad de los animales. El 'Faecalibacterium' es conocido por sus potentes propiedades antiinflamatorias y se asocia a la buena salud", afirma Katerina Johnson, líder del estudio.
¿CAUSA Y EFECTO?
Pero, ¿qué es lo que impulsa la relación entre la conexión social y la composición del microbioma intestinal? Distinguir entre causa y efecto no es fácil.
"La relación entre el comportamiento social y la abundancia de microbios puede ser el resultado directo de la transmisión social de los microbios, por ejemplo a través del acicalamiento. También podría ser un efecto indirecto, ya que los monos con menos amigos pueden estar más estresados, lo que afecta a la abundancia de estos microbios. Además de que el comportamiento influye en el microbioma, también sabemos que existe una relación recíproca, por la que el microbioma puede afectar a su vez al cerebro y al comportamiento", afirma Johnson.
"Como nuestra sociedad sustituye cada vez más las interacciones en línea por las de la vida real, estos importantes resultados de la investigación subrayan el hecho de que, como primates, evolucionamos no sólo en un mundo social, sino también en uno microbiano", añade Robin Dunbar, profesor del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford.