MADRID, 17 Ago. (INFOSALUS) -
Cuando se trata de mejorar nuestra salud es importante saber que debemos diferenciar entre conceptos como natación deportiva, actividades en el medio acuático o la natación adaptada y terapéutica. Entre quienes más se pueden beneficiar de las actividades en el agua están los mayores y las personas con alguna discapacidad.
BENEFICIOS DE LA NATACIÓN
Según explica a Infosalus Esperanza Pericet, miembro de la Asociación Española de Técnicos de Natación (AETN), hay que tener siempre en cuenta que la 'natación' no es la solución a todos los problemas sino que es necesario informarse sobre la actividad acuática que más nos conviene en función de nuestras capacidades, dolencias u objetivos individuales.
Para realizar natación deportiva, no de competición, es recomendable apuntarse a clases en las que aprender o mejorar la técnica de nado en alguno de los cuatro estilos de natación (mariposa, espalda, braza y crol) y depurar la técnica para poder de forma libre practicar sin riesgos este deporte.
La natación adaptada supone modificar los contenidos de la natación deportiva para convertirla en accesible y útil para distintos tipos de población como embarazadas o personas con discapacidad.
Por último, dentro de las actividades acuáticas hay una gran variedad de posibilidades, además de 'aquafitness' o 'aquagym', que van apareciendo según las nuevas tendencias en el mundo del 'fitness' como el 'aquapilates' (pilates en el agua) o el 'Ai chi' (taichi en la piscina).
Las características de este medio acuático son las que promueven los beneficios derivados de la práctica de estas actividades acuáticas. A continuación Esperanza Pericet, entrenadora y técnico deportivo de actividades acuáticas en el Club Fidias de Natación de Córdoba, nos describe estas características y sus beneficios:
1.- Hipogravidez:
Es el descenso de la incidencia de la fuerza de la gravedad sobre el cuerpo que se encuentra sumergido. La hipogravidez nos permite por ejemplo realizar saltos o carreras y disminuir el impacto sobre las articulaciones que existiría en el medio terrestre.
"Los mayores pueden realizar actividades que les serían desaconsejables o de alto riesgo en el medio terrestre. También es de ayuda para los atletas en rehabilitación ya que fortalece la musculatura y la articulación y favorece una reincorporación más rápida a la actividad deportiva", señala Pericet.
Se pueden ejecutar ejercicios de más alta intensidad por este menor impacto y se produce un fenómeno de relajación muscular que permite a la articulación realizar movimientos sin dolor ni molestias.
"Además, la motricidad es diferente, en un inicio la necesidad de contrarrestar el cambio a un medio nuevo lleva al cerebro a tener que coordinar la información nueva procedente del medio y reaprender a andar, colocarnos y trabajar así la psicomotricidad", apunta Pericet, que añade que mayores y personas con discapacidad que tengan problemas de movilidad tienen una peor motricidad y esta reorganización propioceptiva en el agua permite que mejore su equilibrio y movilidad fuera de ella.
2.- Presión hidrostática:
Es la presión que ejerce el agua sobre un cuerpo inmerso en ella. "Hay quien nota la presión en el pecho o que no respira bien, al principio molesta pero la persona se acostumbra", expone la entrenadora. La adaptación al agua lleva a una mejora de los músculos respiratorios y aumenta la capacidad ventilatoria. Facilita la estabilidad del cuerpo y nos mantiene en posición.
Aunque a muchos mayores el agua les proporciona seguridad en comparación con el medio terrestre, otros debido a los cambios psicomotrices pueden sentir el efecto contrario al tener la sensación de no controlar bien su cuerpo.
"En estos casos estas personas tienen que aprender qué músculos contraer y relajar y cómo situar la cabeza, pero después la mayoría de ellos se sienten más vivos y disfrutan aprendiendo en el nuevo medio", señala la especialista en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
La presión hidrostática también ayuda a la estabilización de las articulaciones inestables ya que al ir reajustando mediante el trabajo propioceptivo ayuda a recuperar ciertas lesiones como esguinces de tobillo o trabajar la musculatura de la rodilla.
Mejora además la circulación sanguínea al fomentar que los músculos presionen sobre las venas y faciliten el retorno venoso, lo que mejora la circulación sanguínea. Así, más sangre y más oxígeno a los tejidos promueven una mejor recuperación de los deportistas después del ejercicio intenso.
También disminuye la frecuencia cardíaca por lo que las personas con lesiones cardíacas previas pueden hacer ejercicios sin sobrepasar la frecuencia cardíaca recomendada para la actividad física.
3.- Resistencia al agua:
Esta característica interviene mediante la fuerza de fricción y la de flotación que influyen en los nadadores y que contribuyen al desarrollo de una mayor fuerza muscular. Así, durante los ejercicios de 'aquagym' o 'aquafitness' se trabaja la resistencia y tonificación muscular, cuanto más rápidos son los movimientos y más oleaje y turbulencias en el agua se producen más resistencia ejerce el agua sobre nuestro cuerpo al movernos.
Esta resistencia es homogénea en todas las partes del cuerpo y se trabaja con la misma intensidad y el trabajo físico resulta más equilibrado. "Pero esto debe ser guiado por un profesional y estar dentro de un trabajo programado no realizarse de forma individual porque los resultados pueden no ser los esperados", señala la entrenadora.
La fuerza de flotación convierte en diferente el trabajo de la musculatura, en la que el agua asiste al movimiento o le presenta resistencia y con ello hace que trabaje más. Así, actúa de diferente forma si el movimiento es, según el ejercicio en sí, hacia arriba o hacia abajo.
"Todo esto lo tiene en cuenta el profesional en el diseño de una sesión de actividad física en el agua, evitando que no se agote el músculo y que no se produzcan molestias, dolor ni lesiones", concluye Pericet.