MADRID 27 Ago. (Reuters/EP) -
La tartamudez temprana no está vinculada a posteriores problemas de desarrollo en los niños, según ha evidenciado una investigación llevada a cabo por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch de Parkville (Australia).
Este trabajo, que ha sido publicado en la edición digital de la revista 'Pediatrics', expone que los niños que padecen tartamudez en sus inicios con el habla no tienen necesariamente que tener problemas en su evolución durante la etapa preescolar.
Así lo asegura la miembro de este centro de investigación australiano y autora principal del estudio, la doctora Sheena Reilly, que sostiene que "al menos" este desarrollo no va a ser peor que la de los menores que no presenten este problema "relativamente común".
LA TASA DE TARTAMUDEZ ACTUAL ES DEL 5% EN MENORES
Aunque la tasa de tartamudez establecida internacionalmente se sitúa en el 5 por ciento de los niños y en el 1 por ciento de los adultos, la investigación dirigida por la experta sobre más de 1.600 niños de la localidad 'aussie' de Melbourne la establece en ellos en un 11 por ciento.
La explicación a ello la encuentra en que se realizó seguimiento a éstos "desde una etapa muy temprana de sus vidas". Además, los especialistas sometieron a sus madres a cuestionarios periódicos desde los ocho meses de vida de los niños.
Precisamente, éstos fueron evaluados a partir de escalas de lenguaje y rasgos de comportamiento a los cuatro años de edad. Tras ello, los niños con tartamudez fueron diagnosticados por un patólogo, el cual dedicó su intervención en este trabajo a evaluar mensualmente a los 181 menores en esta situación.
Los resultados de todo ello arrojan el dato de que los niños tartamudos presentaron una puntuación de 5,5 puntos más que los no tartamudos en las pruebas de lenguaje, así como el de que se sitúan 2,6 puntos por encima en la clasificación de inteligencia no verbal.
Además, los padres de los niños diagnosticados informaron de un comportamiento y una conducta "similares" a la que remitieron los padres de niños no tartamudos sobre sus hijos, explica Reilly. Por ello, concluyen que es posible que este trastorno reporte "mejoras en las competencias lingüísticas".