MADRID, 3 May. (EUROPA PRESS) -
Un estudio en roedores realizado por investigadores del Instituto de Neurociencias UHM-CSIC en Alicante ha revelado que la actividad cerebral espontánea durante las etapas embrionarias impulsa el mapeo del tacto en la corteza somatosensorial, lo que significa que este sentido se activa antes de nacer.
Su investigación, publicada en la revista 'Science', muestra que las columnas corticales ya están definidas y son completamente funcionales antes del nacimiento gracias a la actividad eléctrica espontánea del tálamo embrionario.
Esta estructura guía la formación de las columnas corticales funcionales y el mapa somatotópico en la corteza inmadura antes de que la experiencia sensorial externa sea una fuente efectiva de información. Para ello, genera patrones de actividad espontánea (llamados ondas) que envía a la corteza en desarrollo.
Este importante descubrimiento se ha llevado a cabo en roedores, en una extensa región de su corteza somatosensorial que contiene la representación de los bigotes del hocico de los ratones, sensorialmente equivalentes a nuestras manos.
"Nuestros datos revelan que los patrones embrionarios de la actividad eléctrica del tálamo, la estructura cerebral a través de la cual pasa la información sensorial a la corteza, organizan la arquitectura del mapa somatosensorial cortical. El desarrollo de este mapa implica la formación de las columnas corticales funcionales en embriones, impulsada por la actividad en forma de ondas que se propagan espontáneamente desde el tálamo. Creemos que este patrón de actividad tiene lugar durante las etapas embrionarias y prepara las áreas corticales para recibir información de los sentidos después del nacimiento", explica Guillermina López-Bendito, quien ha liderado la investigación.
Los investigadores señalan que dado que las ondas talámicas no son exclusivas del núcleo somatosensorial sino que se propagan a otros núcleos sensoriales, como el visual o el auditivo, los principios de organización de los mapas corticales descritos en este trabajo pueden ser comunes a los otros sistemas sensoriales durante el desarrollo embrionario. "Es muy probable que este mecanismo involucrado en la formación de los mapas sensoriales que hemos descubierto en roedores pueda extrapolarse a los humanos, porque la organización de la corteza se conserva evolutivamente entre especies", asegura.