MADRID, 18 Abr. (EUROPA PRESS) -
El 28,2 por ciento de los fumadores estadounidenses que querían dejar este hábito informó de un aumento del consumo de tabaco durante la pandemia de Covid-19; el 54,5 por ciento no informó de ningún cambio, y tan solo el 17,3 por ciento informó de una disminución del consumo, según se recoge en un estudio de la Universidad Atlántica de Florida (Estados Unidos).
El objetivo del autor principal, Charles H. Hennekens, era examinar los cambios en los hábitos de fumar y los índices de aumento y disminución durante la pandemia entre los participantes inscritos en un programa de abandono del tabaco y de detección del cáncer de pulmón.
Así, en junio y octubre de 2020, los investigadores realizaron una encuesta transversal de una muestra de participantes en el programa. La encuesta constaba de tres partes: cambios en el consumo de tabaco; impacto y estrategias de afrontamiento; y exposición al Covid-19 y uso de medidas de protección. Las variables demográficas incluían la edad, el sexo, la raza/etnia y el estado civil.
Los resultados, publicados en el 'Ochsner Journal', muestran diferencias estadísticamente significativas y potencialmente importantes desde el punto de vista clínico entre quienes aumentaron y disminuyeron el consumo de tabaco durante la pandemia. No hubo informes de recaída entre los ex fumadores.
LA INCERTIDUMBRE, UNA DE LAS CAUSAS DEL AUMENTO DEL TABAQUISMO
En este sentido, los investigadores hallaron correlaciones de un mayor consumo de tabaco relacionadas con las estrategias de afrontamiento y la salud mental, como una gran incertidumbre sobre el futuro, la soledad como resultado del distanciamiento social, la rabia o la frustración por la forma en que la pandemia ha perturbado la vida cotidiana.
También influyeron el aburrimiento por no poder trabajar o participar en las actividades y rutinas diarias habituales, el deseo de hacer frente a la situación utilizando alcohol o drogas; la tristeza o los sentimientos de desesperanza y la preocupación o el miedo por las dificultades para satisfacer las necesidades básicas, como los alimentos o los medicamentos.
En cambio, los que fumaban menos eran más propensos a practicar el distanciamiento social y otras estrategias preventivas de probado beneficio. "Estos datos pueden ayudar a los profesionales sanitarios a identificar y aconsejar a los fumadores de cigarrillos con mayor riesgo de aumentar el consumo de tabaco durante las tensiones actuales y futuras, como la pandemia de Covid-19", afirma Hennekens.
"Todos estos esfuerzos tienen el potencial de reducir muchas muertes prematuras por fumar cigarrillos, que siguen siendo alarmantemente e innecesariamente altas en los Estados Unidos y están aumentando en todo el mundo", añade.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos estiman que las causas relacionadas con el tabaco son responsables de más de 480.000 muertes al año en el país, cifra que ha sido superada recientemente por las muertes causadas por la Covid-19.
Fumar cigarrillos provoca muertes prematuras debido principalmente a que el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares se duplica y el de padecer cáncer de pulmón se multiplica por 20. Dejar de fumar reduce el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular a partir de unos meses, alcanzando el de un no fumador de toda la vida en unos pocos años, incluso entre los adultos mayores.
Por el contrario, la reducción del riesgo de mortalidad por cáncer de pulmón solo empieza a aparecer varios años después de dejar de fumar e, incluso a los 10 años, el riesgo se reduce solo aproximadamente a medio camino entre los fumadores continuos y los fumadores de toda la vida.
Esto se debe a que los riesgos de enfermedades cardiovasculares están relacionados con el número de cigarrillos que se fuma actualmente y los riesgos de cáncer con la duración del hábito.
Cada año en Estados Unidos se producen aproximadamente 30 millones de hospitalizaciones en personas de 18 años o más. De ellas, más de 7 millones son fumadores actuales de cigarrillos cuya estancia media en el hospital es de varios días.
"La terapia para dejar de fumar también debe incluir asesoramiento a largo plazo y al menos 90 días de un medicamento recetado, en particular, la vareniclina, cuyos mecanismos incluyen el bloqueo de las sensaciones placenteras de la nicotina en el cerebro", concluye Hennekens.